El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza está en México haciendo su enésima campaña. Cada año le va subiendo una rayita a sus pretensiones y abusos, si bien entre los taurinos ya no es ninguna novedad verlo torear, sigue siendo un tirón en la taquilla aunque el navarro esté más visto que las películas de Cantinflas.
Muy pocos son los aficionados que se entusiasman por asistir a una corrida en la que actué el jinete hispano, eso no le importa, él sabe que su público son los asistentes esporádicos, a quienes no les importa ver lidiar novillos casi sin cornamenta, sólo van una vez al año a una corrida de toros, precisamente “al caballito”.
Prácticamente es un ídolo desde que se presentó en la plaza México, él lo sabe y cada vez se pone más exigente y abusivo, dejó de ser el diestro educado. No existe un torero que meta más gente que él a la plaza y lo cobra, no sólo a los empresarios, también a las autoridades de plaza, como sucedió en San Luis Potosí el pasado febrero, cuando dijo “que se las pasaba por los cojones”.
Novillitos casi sin cornamenta, antes de los rejones de castigo
Pablo y las cabalgaduras no decepcionaron, al contrario. De inmediato se hizo un ídolo en la plaza más grande del mundo y poco a poco fue conquistando alberos provincianos, hasta que se hizo imprescindible en plazas mexicanas. El primer año que vino a México rentó un rancho para las cabalgaduras, ahora tiene propiedades.
Pablo Hermoso de Mendoza Cantón, con 49 años de edad y 26 de alternativa, ha venido 17 años a hacer campaña a México, la primera vez que no se arregló con la empresa de la plaza México fue en 2001, a Rafael Herrerías se le hizo muy fácil traer a Andy Cartagena, quien a sus 21 años de edad era quien jalaba el carro de los rejoneadores en la península Ibérica. A pesar de que Cartagena cortó orejas en su presentación, ni remotamente causó el impacto del navarro, Andy toreó una tarde más a La México, con tan mala suerte que debido a la lluvia sólo mató un toro. No fue contratado para la provincia, mientras que Hermoso de Mendoza partía plaza en el interior de la república.
Fermín Bohórquez, un extraordinario torero de a caballo, rejoneador clásico, también vino a la monumental de Insurgentes, actuó dos o tres tardes en 2002, se pasó todo un año en suelo mexicano con muy pocas actuaciones en provincia, su presencia no fue para pelear con Pablo.
Diego Ventura, el rejoneador luso andaluz nacido en noviembre de 1982, vino por su cuenta a hacer campaña azteca. Rival de Hermoso de Mendoza en España llegó a México a pelearle palmas y dólares.
Gustó su cuadra y forma de rejonear, explosiva, diferente a la de Hermoso de Mendoza, toreó con los rejoneadores que no alternaban con Hermoso, hasta le peleaba los contratos, pero se pasó de lanza más pronto que su paisano navarro, los empresarios le tenían miedo que a la mera hora pusiera más condiciones, o los dejara colgados de la brocha. Al “Geno” le incumplió y lo metió a la cárcel. Los contratos fueron escaseando, como prueba contundente es que Ventura tuvo que matar una corrida de la brava dehesa de Zacatepec, porque no le caía nada.
Luego llegó Leonardo Hernández, nacido en Badajoz en diciembre de 1987 quien quería trato de figura, pero nadie iba a verlo a la plaza, tuvo actuaciones sin relevancia alguna.
¿Cómo se sentirá Hermoso de Mendoza?
¿Se sentirá mejor torero o quizá mejor ser humano?, ¿le darán satisfacciones personales los abusos?
En su página web dice: “me siento agradecido a la vida; me ha puesto todo, para que yo lo escoja, lo maneje, lo disfrute. Mi vida en sí es para estar agradecido". Sería interesante saber cuál es la realidad, ¿cómo se sentirá Hermoso de Mendoza?
Fotos: Jaime Oaxaca.
