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Jaime Oaxaca  
  México [ 25/02/2015 ]  
RESUMEN PONENCIA PRESENTADA EN LA CIUDAD DE TLAXCALA EL CONGRESO NACIONAL DE PERIODISMO
No soy ningún amargado, verdaderamente estoy enamorado de la fiesta de los toros, este texto pretende ser una denuncia. Me siento honrado por participar en este congreso, pero no vine a que nos demos coba, estamos hasta la madre de ella, la coba es uno de los grandes males de la fiesta actual.

Ganar dinero en el periodismo taurino no es fácil, al menos para mí, me ha costado trabajo obtenerlo y, la verdad, no ha sido abundante, no me alcanzaría para comer todos los días; tengo otra manera para vivir porque si no, ya le hubiera entrado al redil y posiblemente por cuestiones monetarias estaría al servicio de empresarios, ganaderos o toreros, claro, desde algún medio de comunicación.

Me toca hablar de la ganadería brava en la actualidad, ¿a cuál ganadería y a cuál bravura se habrán querido referir?

A la que pueda existir en alguna de los 241 rubros de las ganaderías mexicanas. O sólo las ganaderías que van con frecuencia a la plaza México de esas que, con honrosas excepciones, se caracterizan precisamente por falta de bravura, la mayoría destaca por su bobura.

Acaso se referirá a la falta de bravura, como la de muchos ejemplares que absurdamente se han premiado en la plaza México. Bovinos que tienen la bravura escondida, que pasan y pasan frente a un trapo sin emotividad alguna, como si se tratará de animales de cuerda o de carrusel, bobos, inocentes, toritos sin transmitir el peligro propio de un toro de lidia; nobles les dicen, pero todos los que chanelan un poquito saben que no es nobleza simplemente están sobrados de bobura.

Bobura que convierte a la tauromaquia en un espectáculo insípido, quizá bonito pero sin peligro, descafeinado, sin emoción, sin emotividad. Casi en la antesala del toreo de salón. El toro bravo ataca, el manso se defiende o de plano huye, pero el bobo: ni chicha ni limonada provoca sopor y aburrimiento, algo que podría llamarse ¡fiesta boba!


Congreso Nacional de Periodismo Mario Torres Mayito.

La razón de la fiesta de los toros en pleno 2015 es la autenticidad, la lucha gallarda, sin trampas, de un hombre, un héroe que se viste principescamente para jugarse la vida ante un animal bravo, con peligro, que tienen sus cuernos íntegros. La fiesta de los toros no se entiende sin autenticidad.
Si el tema es bravura forzosamente tendremos que hablar del tercio de varas aunque algunos comentaristas digan que sólo importa lo que sucede con la muleta. El tercio de varas está desapareciendo, el bobo es incapaz de pelear contra los picadores.

Pero la bravura pareciera que ya no gusta, es incómoda, impide faenas de 80 u 800 muletazos, impide que los toreros se doblen, sometan. Actualmente se jalean esos 800 muletazos, quesque muy bonitos, sin fijarse que el toro es una carretilla.

Pero también podemos hablar de la bravura del público, aunque tengamos que recurrir a la historia, porque actualmente al aficionado le sobra bobura,  el aficionado parece sometido, carece de casta, le dan novillo por toro y tranquilamente permite que le roben su dinero.

Si cada pueblo tiene el gobierno que se merece, también, cada afición tiene la fiesta que se merece.

Esto del público descastado es verdaderamente grave, porque el único que puede exigir cambios en la actual fiesta mexicana, es precisamente él. Pero los responsables de enseñar lo que es la fiesta de los toros, con todo y la bravura, están engañando a la gente. Ahora, los nuevos aficionados suponen que los toreros deben cuidar al toro en lugar de cuidarse de él.

¿Por qué Guadalajara tiene una fiesta muy diferente a la del resto del país? Simplemente porque los tapatíos son bravos, no se dejan dar coba, ¡exigen!

Si el público de la plaza México sacara la casta cada vez que suelten novillos en lugar de toros y los aficionados armen una bronca, la empresa forzosamente cambiaría su actitud. Pero el público no sabe exigir y los que saben no quieren o no pueden porque están coludidos con la empresa.

Y qué tal de la bravura o bovura de la prensa, que en su mayoría se somete a las empresas, prensa que, con el pretexto de decir sólo lo bueno, maquilla todas las triquiñuelas de los empresarios. Los comunicadores tienen que inventar palabras para disimular, ausencia de trapío, ausencia de cornamentas, ausencia de morrillos, ausencia de bravura, ausencia de la suerte de varas; en resumen: ausencia del toro bravo.

De la ausencia de los exámenes post mórten en plazas de primera es un tema que ni si quiera se toca, tampoco de la ausencia de autoridad de los jueces de plaza por amenazas de los empresarios.

Le urge a la fiesta de los toros que el público se enoje, las empresas se asusten para que modifiquen actitudes y que la prensa denuncie No es de amargados denunciar.

 
   
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