No es que uno tenga mala leche, pero existen hierros que sólo con verlos anunciados, se sabe se trata de reses bobas, sin bravura, sobradas de bobura. Hace unas semanas fueron Bernaldo de Quirós y Marrón, la semana pasada Teófilo Gómez y el pasado domingo fue Fernando de la Mora, me estoy refiriendo a lo que se lidia en la mal llamada temporada grande de la mal llamada plaza más importante de este país: la plaza México.
Para la corrida número 14, la empresa compró un encierro de “fernanditos”, tal como se le conoce en el medio a los animales de Fernando de la Mora. Sus características son: astados escasos de trapío, casi sin cornamentas, aún sin desarrollárseles las bolsas testiculares, ni el morrillo, novillos gorditos para dar el peso ordenado pero sin los cuatro años de edad reglamentaria. Por consecuencia son débiles, desde luego descastados, sin transmitir el peligro propio del toro de lidia y, lo principal, bobos, muy bobos, nobles les dicen a esos sobrados de bobura.
Eso es en resumen Fernando de la Mora, por eso a los toreros les encanta lidiar el medio toro de esa dehesa.
El cartel de la número 14
Los toreros se juegan el albur con esos hierros bobos. Si todos salen malos, se recurre a la trillada frase; “los toros no tienen palabra de honor”, la repiten los cronistas paleros de la empresa y todo mundo queda contento.
Pero existe la posibilidad de que no se caigan y con embestida boba se le pueda hacer la faena. Así sucedió con “Andasolo” un animal que le tocó en suerte a Diego Silveti, el hijo del Rey David le sacó algunos buenos pases. “Andasolo” fue un torete pitado al salir al ruedo por su nulo trapío, después embistió con bovura y, al final, la gente le exigió al juez que le dieran arrastre lento. Así se las gasta el “sensible” público de la plaza México,
También sucedió con “Luna Nueva”, un berrendo al que Morante de la Puebla pudo sacarle algunos muletazos con el sello de la casa. Aunque éste, el cuarto de la tarde, no fue pitado cuando saltó al ruedo, no porque tuviera demasiado trapío, sino que la pinta le gustó a la gente.
Algunos aficionados no tienen ni tantita idea de la tauromaquia, lee uno en las redes sociales a quienes escriben que al torero fulanito le salió un toro chico o manso y que los que pitan deberían comprender que no es su culpa de “su” torero, que él es un pobrecito, víctima de la empresa y el ganadero.
Es tanta la candidez de algunos que da la sensación que no lo hacen de mala fe, sólo piden la comprensión para su torero, que no sean malo con él.
A Morante, algunos cronistas, lo justificaron igualito. “Pobrecito, no deberían abuchearlo porque no es culpable de las condiciones del toro”.
Es cierto que Morante no es el ganadero, pero esos cronistas omitieron que eligió Fernando de la Mora por descastada y que sus veedores buscan los toros que no tengan mucho trapío.
El señor De la Mora goza de las preferencias de algunos cronistas, quienes además de llamarlo escrupuloso ganadero, hacen hasta lo imposible por ocultar todo lo malo de los toros y exageran las cualidades, que no son muchas.
Con encierros como los mencionados, los toreros saben que la emoción la deben poner ellos y lo hacen cuando los bobos llegan la plaza, la semana pasada fue de Teofilitos, ahora fueron Fernanditos.
