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En este año de 2015, recién comenzado, nos cabe la oportunidad, u oportunidades, de decidir muchas cosas de índole doméstica o social.
En este día, a modo de carta a los Reyes, dejamos este texto.
Podremos empezar el año con la esperanza y la ilusión de que todos los parados encuentren trabajo.
Podremos mirar con optimismo el futuro de nuestros hijos o sumergirnos en el peor de los pesimismos.
Podremos culpar al policía nacional de su propia muerte el otro día cuando fue arrojado a las vías del tren por un delincuente. Es la opción de unos cuantos desalmados ¿pero debemos, y podemos, escoger ese camino?
Podremos olvidarnos de la lotería, tan esquiva como siempre para la gran mayoría, y pensar que solo el esfuerzo, la perseverancia, el trabajo, la constancia y la tenacidad nos harán alcanzar los objetivos perseguidos.
Podremos instalarnos en el simple rechazo a la corrupción política o, por el contrario, podremos darle la espalda definitivamente a esas prácticas por parte de algunos de los que usan el poder y el cargo en su propio beneficio.
Podremos seguir indignados por la utilización del fútbol para desahogo de salvajes de signo político a un lado u otro del abanico ideológico, pero mejor sería aportar, para empezar, nuestra mesura, sin partidismos exagerados por el club de nuestros amores.
Podremos seguir confiando en que la ciencia médica avance de tal manera que sea capaz de controlar las enfermedades más destructivas, a la vista de la buena respuesta que se le dio al caso de ébola que se padeció en España.
Podremos decantar con nuestros votos las elecciones municipales, autonómicas y generales que se atisban en el horizonte.
Podremos cambiar a quienes nos gobiernan que es una opción democrática. Podremos modificar el mapa político con nuestros votos, retocando para mejorar el próximo futuro.
Podremos también, incluso, cambiar de modo radical el modelo conocido de quienes nos representan pero, podremos caer en la tentación de darle la vuelta a todo con lo que eso supone de vértigo incontrolado. Los radicalismos, como ya hemos dicho, no los necesitamos o queremos ni en el fútbol.
Podremos, por tanto, ser sensatos y no caer en tentaciones que nos lleven al revés, al lado contrario de lo deseado.
Podremos querer ser una Venezuela o una Cuba europea, pero debemos pensar si eso es mucho mejor que estar en igualdad con una Alemania, Francia o Gran Bretaña.
Sí, podremos, hacer lo que nos de la gana con nuestros votos, pero cuidadito porque lo que para nosotros, la acción de podremos, es en futuro pero que puede convertirse para los interesados en un presente podemos perfecto.
Mejor conjugar el podremos al podemos, ya que la conjugación en presente resulta siempre mucho más diabólica al no poder confirmar ipso facto que la oferta se corresponda días más tarde con lo demandado.
En resumen: Podremos hacerlo bien o podemos joderlo.
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