Todo el orbe taurino espera la decisión sobre el futuro de Las Ventas. Nunca, como hasta ahora, se había hecho tan necesaria y tan deseada la buena nueva. La Comunidad de Madrid, al margen de que haya sido un buen o mal pliego del que ya no hay marcha atrás, tiene en sus manos, quizás sin saberlo, el futuro de la Fiesta.

Nunca una afición, de cualquier lugar del mundo, ha estado tan pendiente del momento de la proclamación del nuevo empresario de Las Ventas de Madrid. Desde cualquier rincón, se espera, se suspira por que sea un punto y aparte en el devenir de la maltratada Fiesta. A ese clavo nos agarramos todos, no hay otro. El futuro de la Fiesta pasa, necesariamente, por el futuro de la plaza más importante del mundo.

De su gobierno, como gusta decir al candidato Simón Casas, han de salir las decisiones que marquen la pauta al resto de plazas. Así debe de ser. Pero no olvidemos que de verdad, de quienes deben salir esas decisiones han de ser de su parlamento: los aficionados que la pueblan. Esa será la cámara desde donde se decida el futuro acontecer de la Fiesta.

Luego entonces, los aficionados deberán estar preparados para adquirir el protagonismo que les toca representar. Ahí no pueden haber fallos, es mucho lo que nos jugamos todos. La exigencia de la integridad de la Fiesta, será, sin duda, la mejor herramienta para recuperar lo que nunca se debió perder. Seguramente a este carro se sumarán todos, incluso los que han estado defendiendo lo contrario todos estos años atrás. Pero ya será importante el que no estén en contra. Acabar de llamar terroristas a los aficionados exigentes, será un paso de gran calado.

Tras la rebelión reciente de los aficionados de la plaza México, no cabe duda de que a las puertas de la integridad llaman cada vez más aficionados. La etapa, larga, larguísima etapa vivida, donde al aficionado se le ha marginado, tiene que tocar a su fin. Además, esa será la señal para recuperar la Fiesta que despeñada por la cuesta abajo del fraude y la mediocridad, tocaba a su fin.

Las Ventas, bastión que ha conservado la poca dignidad de la maltratada Fiesta, debe ser ahora el punto donde apoyar su resurgir. Para ello hace falta que la decisión de los responsables de la Comunidad de Madrid, sea lo más acertada posible. Pero con ser importante su decisión, ha de saber el empresario agraciado, que no habrá más componendas, ni licencias, ni permisividad para seguir con la desnaturalización de la Fiesta: primero el toro íntegro y tras él, el toreo auténtico.

Si para eso hay que cambiar todo el escalafón, que se cambie. Si para eso hay que recuperar los encastes, pocos, que conservan la raíz del toro bravo, se hace. Si por ello hay que marginar a cuantos golfos y vividores pululan en el taurinismo, se les da puerta. Si quieren que los aficionados crezcan en vez de menguar; si quieren que esos aficionados aprueben la gestión de su quehacer, ya saben qué camino hay que escoger; si de verdad aman la Fiesta, deberán demostrarlo con los hechos.

El diagnóstico está muy claro y lo sabemos todos: la Fiesta está bajo mínimos y no le interesa a nadie tal como está. No necesita de políticos de tres al cuarto ni de directoras de la RTVE que la quieran marcar el horario clandestino, se basta sola para fenecer. Hay una oportunidad y esa la espera el mundo taurino entero: poner orden y autenticidad y debe empezar por la nueva empresa de Las Ventas. Así debe de ser. Es, quizás, el último tren.

Pues, cuando faltan pocas fechas para tener la respuesta, ya nos podemos adelantar y en lugar de felicitar al nuevo empresario ganador del concurso, hacerle llegar nuestras inquietudes y hacerle saber la responsabilidad que asume. En sus manos va a tener una amplia posibilidad de darle la vuelta a lo que está muy torcido. Suya será la gloria de lograrlo y también la responsabilidad, caso contrario, de comprar el boleto que definitivamente lleve la Fiesta al otro barrio.

Opiniónytoros tiene claro qué lugar va a ocupar en todo este proceso. El mismo lugar donde se sientan cada uno de los auténticos aficionados de cualquier plaza del mundo. Expresamente decimos aficionados, ya que los públicos hace tiempo que no se sientan en plaza alguna, que ni tan siquiera pisan. Esto es lo que han logrado los que se han lucrado de esto en los últimos años: poner la Fiesta al borde de la desaparición. Ahora, por suerte y porque así lo quieren los aficionados, puede comenzar otra etapa. Que así sea.

¡¡Al tren!!, los aficionados se suben al tren. ¡¡El último tren!!.