Hemos enterrado el cuerpo de José María Manzanares y así se lo hemos contado al mundo. Esta verdad es incuestionable; pero debemos de ir un poco más allá; quedarnos con un sepelio es un acto muy pobre para los que tenemos fe. Ya lo dijo el maestro Facundo Cabral: “Sólo mueren los que no han podido dejarle una obra al mundo”
Manzanares ya forma parte de la leyenda
Por tanto, siguiendo la máxima del astro argentino, debemos de convenir –y no como consuelo- que Manzanares no ha muerto. Hemos perdido su cuerpo; pero lo que la ley física nos ha arrebatado, nos lo ha donado en inmortalidad porque, como digo, Manzanares vivirá eternamente; y lo que es mejor, ahora ha comenzado su leyenda, la que perdurará generación tras generación.
Mueren todos, moriremos todos, menos los artistas; todo aquel que ha sabido dejarle un obra al mundo siempre estará con nosotros y, Manzanares es un ejemplo de lo que digo. No es que él nos dejara una obra; para nuestra dicha, nos dejó cientos a lo largo de su carrera.
Sigo creyendo que, lo más triste de la muerte no es otra cosa que no te recuerde nadie. Como Manzanares me confesara en su día, no quería serle indiferente para nadie y, a fe que lo consiguió; y lo que es mejor, tras desaparecer su cuerpo, su obra tomará todavía mayor relevancia.
Manzanares, además de ser recordado por los suyos, para su dicha, tras su óbito, hasta ha sido capaz de hacer correr más tinta que cuando estaba lleno de vida.
Ya lo decía Jorge Luís Borges, cuidado con los genios que a veces se hacen los muertos. En realidad, así es. Ahora mismo, cuando se están proyectando imágenes de Manzanares por todas las televisiones, tras verlas, ¿quién podría decir que Manzanares ha muerto? Su mortal cuerpo ha desaparecido, pero nos legó su obra inmortal, la que pasarán siglos y todo el mundo le recordará.
Es más, para fortuna del maestro alicantino ya ha entrado a formar parte de la leyenda; desde este momento ya podemos hablar de LA LEYENDA DE MANZANARES.