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Antolín Castro  
  España [ 13/10/2014 ]  
HAN PASADO TRES AÑOS
Feria de El Pilar en Zaragoza, día 7 de octubre de 2011, en ese día Juan José Padilla sufría una tremenda cogida al banderillear un toro de Ana Romero. La noticia corrió como la pólvora dada la tremenda imagen de la cornada en el rostro con visibles señales de la gravedad de la misma.

Todo el mundo del toro era consciente de esa gravedad y lamentaba profundamente las consecuencias seguras que ello iba a suponer. Fue mucho pero no tanto como todos pensábamos. Nadie daba nada por aquél hombre, por el torero, pero lo cierto es que Padilla demostró que era mucho Padilla y en ‘un abrir y cerrar de ojos’ -perdón por la cita-, teníamos al hombre, al torero, en pie y dispuesto a continuar su carrera.


Tras el durísimo percance... una condena de duro trabajo más de tres años

La fe, la constancia, del jerezano rompieron todas las barreras que se cernían sobre su futuro y nos dio una gratísima sorpresa al tiempo que nos dejaba sin habla su capacidad de sacrificio para volver a la cara del toro cuanto antes. Increíble pensábamos todos, pero a todos venció con su abnegada lucha para que ese hecho no fuera el final de su trayectoria profesional.

Llego marzo de 2012 y en Olivenza apareció, de verde y oro, en el paseíllo de su nueva carrera. Cierto es que la carrera comenzó de nuevo y aquél héroe comenzó una andadura diferente, con mimo, en otros carteles, con otros compañeros y otros ganados que los que habitualmente sellaron su carrera anterior. Y empezó, incluso, a triunfar a diario y se dejó anunciar en cuantas plazas le ofrecieron, que fueron todas. También aquellas que se le resistieron con anterioridad le abrieron sus puertas. Su tenacidad merecía esa respuesta de empresarios y públicos.

Han pasado tres años y de nuevo se ha visto a Juan José Padilla en la Feria de El Pilar de Zaragoza, en el coso de la Misericordia, en esta ocasión el día ocho. Tres años y un día ha sido su ‘condena’. Una condena dulce, pero una condena a fin de cuentas.

A Padilla se le ha condenado a torear casi todos los días. Durante ese tiempo ha sufrido distintas intervenciones quirúrgicas corrigiendo los distintos problemas derivados del ojo, del oído, de la mandíbula, así como otras referidas a la estética; también distintos ejercicios de recuperación de tipo funcional pero que exigen un gran esfuerzo. Todo un calvario que el de Jerez ha llevado con paciencia franciscana.

Pero todo eso supone un esfuerzo mayor, un desgaste tremendo que hay que compatibilizar con esas frenéticas tres temporadas en las que prácticamente ha liderado el escalafón de los matadores de toros. Por mucho que se hayan suavizado los encierros que mata, hay que matarlos. Si a eso se añade el amor propio de Juan José, su vocación, sus ganas de agradar y agradecer todo el cariño que se le ha dispensado y, naturalmente, las ganas por aprovechar esa oportunidad única de acumular actuaciones y dinero, situaciones  que antes le eran más esquivas, llegamos a la conclusión antedicha: Una condena de tres años y un día.

Estamos felices de que aquella cornada sea un mal recuerdo, a salvo ese parche en el ojo que nos lo recuerda a diario, pero el desgaste es brutal, es visible. Padilla, lo decimos con todo el cariño del mundo, necesita un descanso, se le nota esa necesidad. La próxima temporada, esta está casi finiquitada, debe espaciar sus actuaciones, abundar en su recuperación como individuo, ya nos ha dado bastantes lecciones en este tiempo, y así lo agradezca su familia y el mismo.

Han pasado tres años, pero se le ha sometido a un esfuerzo brutal, excesivo pensamos, y eso también hay que considerarlo. Por mucho que se aproveche el momento y sus ganas, alguien debe ‘exigirle’ ahora que se cuide a sí mismo. Ese ritmo tan exigente ‘padecido’ en estas tres temporadas debe servir para reflexionarlo. Esa es, al menos, la opinión de quien suscribe. Deseamos, por merecernos un gran respeto, no verle en fase de agotamiento, se merece un trato y una actividad, profesional y personal, mucho más relajada. Sea como sea y de todos modos, se le desea suerte torero.

Nota: Escrito tras su primera comparecencia en Zaragoza.

 
   
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