Los aficionados tenemos que desmonterarnos ante logros tan evidentes como el de la plaza de toros de Almendralejo en la que, sus dirigentes políticos, sabios, ecuánimes y en perfecta concordancia con sus aficionados, han declarado bien de interés cultural su plaza de toros, ante todo, monumento histórico ante la humanidad. Han hecho algo tan sencillo como emotivo, tan bello como justo y tan coherente como la histórica y centenaria plaza. La histórica plaza de Almendralejo, monumento neomudejar, salvada para siempre
José Antonio Monago, como Presidente de la Junta de Extremadura confiesa haber tomado la decisión correcta, la que enaltece a los aficionados extremeños, muy concretamente los almendralejenses que, con su alcalde al frente, el señor José García Lobato, tanto han hecho ante la consideración de darle categoría histórica a un monumento como su plaza de toros que, por si misma, le sobra raigambre para ser catalogada como Monumento Histórico ante la Humanidad.
Estos hechos nos motivan, nos conmueven y, ante todo, nos hacen reflexionar. Sí, porque aquello que parece tan sencillo, tan justo, tan hermoso como es rendirle honores a todo un monumento histórico artístico y, a su vez, a los aficionados a los toros, eso emociona; y la emoción nos llega desde la coherencia de estas gentes fantásticas que, aplicando la lógica, son capaces de homenajear a los aficionados, sencillamente, respetando sus gustos, aficiones e ideologías, sencillamente, porque la plaza de toros de Almendralejo es patrimonio de todo el pueblo, nunca de sus dirigentes.
Algo tan sencillo como la aquí expuesto, no lo supieron entender esos desalmados de Cataluña, de la que erradicaron para siempre la fiesta de los toros; como el mismo alcalde bogotano, el dictador Gustavo Petro que cerró la plaza de Bogotá por un capricho particular; como Rafael Correa, el presidente de Ecuador que cerró la plaza de toros de Quito por su cuenta y riesgo.
Almendralejo está de fiesta, no podía ser de otro modo. Han salvaguardado su plaza de toros para siempre con la declaración de monumento histórico ante la humanidad; y lo digo porque, el hecho, como tal me parece absolutamente relevante y maravilloso; pero lo es mucho más ante la eventualidad de que, mañana, Dios no lo quiera, mande en Extremadura un descerebrado y la cierre o la derribe, que de todo hemos conocido ya en España.
En política, como sabemos, podemos esperar cualquier cosa, de ahí que, al respecto de los toros, toda precaución será siempre poca. Por todo ello, nuestra felicitación a Almendralejo, a sus dirigentes y, ante todo a sus aficionados que, con dicha actitud, han blindado para siempre su maravillosa plaza de toros y, lo que es mejor, el sentir de los extremeños amantes de la fiesta de los toros.