Los toros, la fiesta brava es un arte efímero que, juega con la vida y la muerte. Un arte que apasiona a quienes son capaces de entenderla y ante todo sentirla.
Este juego del hombre armado con trapos, con un toro armado de pitones, kilos y bravura, es un juego en el que, no siempre triunfa el hombre, son muchos los toreros que han perdido la vida en los ruedos, muchos otros los que han quedado inválidos, algunos que han sufrido cornadas espeluznantes; unos no han podido superarlas, otros han luchado lo indecible por seguir su pasión.
El mes de Agosto ha sido particularmente sangriento en la historia de la tauromaquia, Ignacio Sánchez Mejías, Manolete y José Cubero, “Yiyo”, perdieron la vida en los ruedos, en distintos días y años, pero en el mismo mes.
El 11 de Agosto de 1934, “Granadino”, cogió mortalmente a Ignacio Sánchez Mejías, dos días después moría el diestro. Si es dado guiarse por fotografías de la época, el toro no debió ser muy grande, los de la época no lo eran, sin embargo, el pitón caló en el muslo derecho del torero causándole la muerte.
El 28 de Agosto en Linares, “Islero” se llevaba en sus pitones la vida de Manolete, más que un torero; un mito. Por lo que se ve en las imágenes de la época era un hombre espigado, de mirada profunda, lejana, triste.
Un torero que fue un ídolo de la afición taurina del mundo entero, España, México, Perú… todos se rindieron ante la tauromaquia de Manuel Rodríguez Sánchez.
“Islero” no fue un toro inmenso, fue un toro de 495 kilos. Sería impensable que hoy en día un torero de las dimensiones de Manolete (de haber alguno) toreara un animal de ese peso, ¡no se lo perdonaría nadie!, ni los públicos que exigen moles, ni la crítica, nadie.
Sin embargo, esos “pocos” kilos fueron suficientes para terminar con la vida de uno de los toreros más importantes de la historia.
José Cubero “Yiyo” moría un 30 de Agosto y moría, cuando ya había estoqueado a “Burlero” un toro con cuajo, peso y trapío que había permitido al “Yiyo” realizar una muy buena faena.
Con el estoque clavado, arreó y se llevó al torero prendido en sus pitones, partiéndole el corazón. El último impulso de vida del toro, se llevó el último aliento de vida del torero.
Tres toreros importantes entregaron su sangre y su vida en un ruedo en el mes de Agosto, pero otros toreros han muerto en distintos meses del calendario: al gran “Joselito el Gallo” lo mató “Bailaor” en Mayo de 1920.
Francisco Rivera “Paquirri” recibía una cornada de “Avispado” en Pozoblanco muriendo horas después en Córdoba. Los miembros de la cuadrilla de “Paquirri” que asistieron al sorteo previo a la corrida dijeron de “Avispado”: "Es un toro chico, pero tiene mucha cara".
Francisco Rivera estaba en la cúspide de su carrera y sin embargo; un toro “chico, pero con mucha cara”, le costaría la vida.
Quizá la muerte más incomprensible sea la de Antonio Bienvenida, retirado ya de los ruedos al que, la becerra “Conocida” de 300 kilos, le volteó por los aires causándole gravísimas lesiones de vértebras que le causarían la muerte poco después.
Como se ha visto, aún una vaquilla puede causar la muerte de un torero.
Recordemos siempre que el único toro que no mata, es el que está muerto. No simplemente estoqueado, al “Yiyo” lo mató un toro que, ¡tenía clavado el estoque!.
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