En medios sociales, es cada vez más común leer ataques más o menos virulentos, contra las figuras. Sería interesante sabeR a qué obedecen estos ataques para comprenderlos mejor, pero; cabe hacer un análisis aunque no sea más que basándonos en suposiciones.
Podría asumirse que atacan a los que han llegado a ser figura, para resaltar la valentía y el coraje de toreros que para llegar a la cima tienen que enfrentar las llamadas corridas duras que, sin duda; ofrecen menos garantías de lucimiento.
Aquí, quizá cabe recordar que los toreos que hoy lideran la tabla de las “figuras”, también anduvieron el largo camino de llegar a serlo y preguntarse: ¿qué los llevó al sitio de preeminencia que hoy tienen?, o ¿qué les ha faltado a los otros para llegar a ser figuras?
Alguna de esas figuras lleva un cuarto de siglo viéndole las caras a los toros y si volvemos los ojos a esos años, veremos que son muchísimos los toreros que, no solo no han llegado a tener la vitola de figuras si no que, se han apartado de los ruedos. ¿Cuántos de esos toreros se alejaron porque ese mundo ya no les llenaba, por las razones que fuera y cuántos, porque no tuvieron lo que se necesitaba para mantenerse?.
No hace mucho tiempo que el escalafón era más bien reducido en número de alternantes. En aquel tiempo, además, había muchísimos más festejos en toda la geografía taurina por lo que, había espacio para que la mayoría de ellos pudiera acceder a corridas.
Las circunstancias actuales son distintas, se han reducido festejos y el escalafón cuenta con más de doscientos toreros; lo que implica que la competencia es brutal y, si a eso sumamos las circunstancias “extra-taurinas” que afectan el normal desarrollo de la fiesta, las cosas no hacen más que complicarse.
Atacar a los que hoy son figuras no tiene mayor trascendencia y si nos apuran, tampoco mucha lógica porque, las masas que asisten a las corridas seguirán reclamando sus nombres en los carteles y las empresas seguirán poniéndolos y es que, aunque nos duela; el mundo del toro gira y gravita en el mayor o menor negocio que reporten para los Empresarios.
Lo más sorprendente es que estos ataques se dan, no solo contra los que están en lo más alto si no y aún, contra los que a fuerza de exponerse, de dar el pecho y atropellar hasta la lógica recibiendo cornadas y volteretas; empiezan a treparse en el carro que tira de la fiesta.
Para estos críticos, cuando una figura torea un toro más pequeño, de pitones más cómodos o cualquier otra “ventaja” está mal y tendrían razón si, por un lado fuera siempre así y por otro, si mandaran que eso ocurriera cada tarde cosa que, nos cuesta creer porque, no todas las plazas se prestarán a ciertos manejos y ellos; están en todas las plazas.
Ahora bien, sería edificante que también evidenciaran los defectos de “forma y fondo” de los toros que lidian los toreros de corridas duras porque, tampoco nos creemos que siempre sean monstruos, alguno habrá y ha habido que simplemente a sido un mueble, soso y medio muerto a la hora de la lidia.
¿Qué puede haber manipulación de las figuras en ciertas plazas?, ¡puede!, pero eso no es escusa para infravalorar siempre las condiciones que tengan, el lucimiento que logren, los premios que acumulen. A lo mucho servirá para que los “entendidos” vean con más claridad el mayor o menor valor de los premios que se conceden.
Por otro lado es de simple lógica pensar que si las figuras torearan también las corridas duras, aquellos que hoy tiran del carro del “torear lo que salte”, tendrían el panorama mucho más difícil aún porque, ¿qué les quedaría?
No comprendemos el purismo de ciertos aficionados que, a la hora de ir a los toros van con la intención de buscar todos los defectos a las corridas. Respetamos a todos pero, no lo entendemos porque, quizá por la falta de actividad taurina en nuestro país, cuando asistimos a una corrida o vemos alguna televisada; nos enfocamos en lo contrario, en buscar lo bueno que se puede ver, en gozar aunque no sea más que de un muletazo de buen trazo, de un par de banderillas en todo lo alto, de un puyazo bien logrado.
Seguramente es asunto de personalidad, de enfoques para mirar la vida; quizá ellos son de los que ven el vaso medio vacío mientras nosotros, lo vemos medio lleno.
Ahora que, todo esto tiene una solución muy sencilla, quién considere que las figuras no deben ser vistas, que no asista a las corridas de la figuras, que se limite a ir a aquellas en las que torean los toreros que prefieran ver. Esto siempre y cuando uno de esos toreros no comience a despuntar y a dar el salto al estrato de figura porque, entonces; deja ya de ser de su gusto y comienzan a criticar el tamaño de los pitones de uno de sus toros olvidándose de que días antes, entró a matar volcándose sobre el morrillo del toro, con total desprecio de su vida.
|