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DIEGO URDIALES: LA MULETA DE ESPAÑA |
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Como sabemos, España entera está repleta de monumentos; si se me apura, yo diría que España es monumental por allí por donde se le mire. La Catedral de León, La Sagrada Familia de Barcelona, El Palacio Real de Madrid… todo son monumentos que disfrutaremos eternamente. Ahora bien, si nos adentramos en el toreo, entre otros, tenemos un artista monumental; un artista poco reseñado y mucho menos reconocido pese a su valía, pese a ser, él mismo, un monumento al toreo en natural.
Comprendemos, sin llegar nunca a comprender, que Van Gogh se muriera de hambre, un artista consumado que, al paso de los años, su obra ha sido reconocida mundialmente y, por supuesto, se han pagado fortunas por sus lienzos. ¿Es éste un consuelo que nos queremos imponer para entender las injusticias del toreo? Aunque lo fuere, no quiero que lo sea. Muy triste sería tener que aplicar esta máxima a un gran artista del toreo en la actualidad; es más, no me sirve ni de la más mínima comparación.
Diego Urdiales al natural Adivinó todo el mundo. Estoy hablando de la muleta de España que, como todo aficionado sabe, no es otro que Diego Urdiales. ¿Cabe mayor pureza en su quehacer? Al respecto, nuestro ínclito Gonzalo Ortigosa, de sus manos y sentidos, han brotado los ensayos más bellos al respecto de este artista riojano que, al parecer, los taurinos, gran parte de ellos, todavía se resisten a comprenderle que, sin duda, no es otra cosa que contratarle. Si el mundo taurino sigue permitiendo que se lacere la vida y obra de Diego Urdiales sin entregarle el debido premio, sin duda que podremos hablar de la injusticia más sangrante del toreo.
Diego Urdiales, como digo, es el torero capaz de elevar a monumento el pase natural y, en la actualidad, hablar de monumentos no es nada baladí. Todo en Urdiales es grandioso; ante todo, porque es capaz de modelar sus obras frente a ese tipo de toro que emociona, el que nos hacer ver que el monumento, en sus manos, será algo sólido e inolvidable.
Convengamos que estamos en plena lucha frente al “populacho”, aquel que le hicieron creer que Las Torres Gemelas eran más importantes que la Acrópolis de Creta. Y en el toreo sucede otro tanto de lo mismo; la gente sigue creyendo que El Fandi es el Dios del toreo porque, comercialmente, como se demuestra, es todo un filón empresarial pero, ¿qué hacemos con los artistas? Esa es la gran pregunta porque, pese a todo, Curro Romero, para Sevilla, era más importante que todos los toreros del mundo. Y lo era porque lo cultivaron, lo ayudaron, administraron y, alguien, con sensibilidad, convenció a los aficionados que no podía celebrarse una feria de Abril sin Curro Romero.
LA MULETA DE ESPAÑA, es decir, Diego Urdiales, debe ser respetada y admirada en todos los sitios. El diestro riojano no es un capricho de nadie; más bien, una realidad de todos, un artista convicto y confeso que, cada vez que se enfrenta a un toro de verdad, es decir, siempre, convence a Tirios y Troyanos. ¿Cabe grandeza mayor?
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