Cuando algunos miserables de Cataluña quieren erradicar la más bella fiesta del mundo, afortunadamente, sirve de consuelo el pensar que, los toros, han servido, durante toda la vida, a todos los estamentos del arte que en el mundo han sido. Al respecto del arte, en estos momentos, gracias a los toros, una vez más, se está promocionando una serie de televisión del año 1.989 en que, ahora, en formato DVD, se está relanzando al mercado audiovisual. Se trata de la inolvidable serie llamada JUNCAL en que, los toros, más concretamente, la vida de un torero acabado, inspiró a Jaime de Armiñán para escribir un relato conmovedor basado en la fiesta de los toros y que, si ya en su día cautivó a todos los televidentes, ahora, en esta nueva versión, seguirá causando furor, sencillamente, porque las obras geniales no mueren jamás. Y, honradamente, JUNCAL, es una obra genial, una serie inolvidable que, si la misma era bella, el reparto de actores que la llevaron a cabo, encabezados por Paco Rabal, resultó un prodigio de la televisión y de los toros.
Una vez más, como explico, ha tenido que ser gracias a la fiesta de los toros, una serie de televisión ha logrado un éxito que, pasados los años, todavía sigue vigente y, con toda seguridad, respecto a la televisión, JUNCAL, al paso de los años, será una obra inmortal y de referencia para generaciones vendieras.
Gracias al mundo de los toros y a la magia que esta fiesta desprende, ahora, una vez más, nos podemos extasiar contemplando y admirando la grandeza de aquel hombre irrepetible llamado Paco Rabal en que, si a lo largo de su vida, era capaz de bordar todos sus papeles, en dicha serie a que aludo, dándole vida a JUNCAL, llevó a cabo una de sus más geniales interpretaciones; y tenía que ser encarnando a un torero cuando, un artista de su talla, resplandeciera como nunca su arte y su talento. Posiblemente, la afición de Paco Rabal hacia esta fiesta singular y única, quiero pensar que le ayudó para que, en dicha serie, su arte, resplandeciera como nunca. Rabal hizo que, José Álvarez JUNCAL, tomara vida, de tal modo que, hasta parece que había existido. Es, sin lugar a dudas, la magia del cine que, en este caso, gracias a la televisión, los toros, quedaron en el más alto pabellón.
Quince años después de su estreno, confieso haberme extasiado de nuevo con JUNCAL. Ha sido ahora y, con toda seguridad, dentro de muchos años, si tengo de nuevo la oportunidad de verla, volveré a emocionarme. Ha sido mi caso y, con toda seguridad, la de todos los televidentes que, ahora, en este formato de que hablaba, tengan la oportunidad de contemplar esta obra maestra televisiva que, gracias a los toros, hemos gozado de nuevo.
Quiero pensar que, un reparto de lujo como el de JUNCAL, sólo es posible gracias a esta fiesta romántica y hermosa en que, dentro de la misma, sólo en ella, es posible que quepa un personaje como JUNCAL: acabado y pícaro, conquistador y mujeriego, inolvidable y ex-famoso; un sin fin de valores que, como explico, sólo pueden darse cita dentro del mundo de los toros en que, JUNCAL, rememora un pasado glorioso con un presente lleno de vivencias grandiosas que, juntas, hacen del personaje, un ser inenarrable; es decir, un tipo llamado José Álvarez JUNCAL.
En dicha serie, al margen de contemplar la problemática del mundo de los toros, sus vivencias, sus personajes y ese extraño y particular mundo que les rodea, hemos podido admirar la grandeza de nuestros actores que, embuídos en sus respectivos personajes, le dan vida y encanto a una fantasía tan hermosa que, al final, uno, acaba encariñándose con ellos. Obviamente, todos los personajes de la serie, giran sobre JUNCAL, el protagonista que, como antes decía, Paco Rabal, encarna de forma perfecta. Pero le siguieron Manuel Zarzo, Enma Penella, Cristina Hoyos, Fernando Fernán Gómez, Lola Flores, Rafael Álvarez El Brujo; incluso Luis Miguel Calvo se interpretó a sí mismo haciendo las veces del hijo de Juncal; todo ello, con un reparto extensísimo en que, para colmo, hasta el mundo de la crítica taurina se ve representado en la figura y presencia en la serie del inolvidable Joaquín Vidal, aquel crítico irrepetible que se interpretaba a sí mismo puesto que, hacía las veces de reportero taurino.
Tengo claro que, la fiesta de los toros, por su belleza, por su genialidad, por su alto concepto del riesgo; incluso por la sangre derramada puesto que, es la única fiesta en donde, de vez en cuando, el protagonista, puede morir de verdad; por estas y muchas razones más, a lo largo de los tiempos, artistas de todas las facetas, se han involucrado en la fiesta de los toros para, con su arte, inmortalizarla para el resto de los días. Nos duele, como es sabido, que cualquier político miserable atente contra la fiesta sin preocuparse, como en realidad debería ser, de las grandes injusticias que en el mundo se cometen; pero la fiesta es grande y enigmática y, nada ni nadie, podrán erradicarla del corazón de tantos miles de aficionados que, a diario, suspiran por ella.