En los pasados días el Consejo de Ministros distinguió con la Medalla de Oro de las Bellas Artes a un torero genial: Rafael de Paula. La noticia en sí misma puede parecer baladí o intrascendente, pero alcanza unas connotaciones de mucho mayor calado si nos fijamos y referimos a lo que representa de apoyo a la esencia del Arte de Torear; o lo que es igual, a la mismísima RESERVA DEL TOREO.
Como nuestros lectores saben, hace ya más de 18 años quien suscribe decidió crear, de forma literaria, La Reserva del Toreo. Como recuerdo digamos, que en el resumen final y dedicado a Rafael de Paula decíamos que en él se había producido “Un pellizco de justicia”, teniendo su continuidad ahora. En el conjunto, me animaba, a la hora de hacerlo, el conservar una semilla, una simiente, habilitar un silo donde guardar los mejores valores del Toreo (con mayúsculas); esos que a duras penas, por aquellos años y mucho más en estos, se mantenían y mantienen en un puñado selecto y escogido de Toreros (también con mayúsculas). Se pretendía así mismo concienciar a todos los estamentos para que realizaran el esfuerzo en la dirección adecuada y preservar aquello que, siendo nuestro, mejor representaba la autenticidad del Arte de Torear (seguimos con las mayúsculas).
A través de las características y condiciones de, en aquel momento, los cinco toreros en activo -Antoñete, Curro Romero, Rafael de Paula, José Fuentes y El Inclusero- más antiguos del escalafón, se fue diseccionando sus perfiles, para encontrar en cada uno lo mejor y poderlo conservar. Entre todos nos dieron el perfil casi perfecto. Este se basaba en la naturalidad, autenticidad, espontaneidad, elegancia, maestría, inspiración, sentimiento, personalidad, vocación y valor, así como en la práctica totalidad se ponía de manifiesto la lejanía de los cauces puramente comerciales. Llegamos a descubrir que los toreros nacen en domingo, como así había sucedido en los cuatro que mejor representaban el perfil citado; sin que ello fuera definitivo, quizás viniera a demostrarse que para ser Torero hay que nacer en festivo, alejado también de los días de labor, dejando ésta para otro tipo de toreros. Fuera como fuera, lo cierto es que esa seña de identidad en su nacimiento les unía también en eso.
Hoy, ya sabemos que aquello no era simple casualidad. La humildad con la que fue escrita La Reserva del Toreo, se ve ahora refrendada por el apoyo expreso que suponen las concesiones de las Medallas de Oro a las Bellas Artes que sucesivos Consejos de Ministros han depositado en los Toreros que guardamos en La Reserva. Y no debe de ser casual tal coincidencia. Los valores que representan, les son reconocidos por tan alta Institución avalando cuanto se escribió en su día. Ni éramos adivinos, ni pretendíamos acertar; solo nos guiaba el deseo de que no se pudiera perder nuestro mejor patrimonio. Años después nuestra propuesta ha sido oída, por ni más ni menos que el Gobierno en pleno. Podemos asegurar que no ha existido coacción por nuestra parte, si acaso un pleno de razón; fundamento imprescindible para las concesiones de las Medallas, al igual que su paso, años ha, a La Reserva del Toreo estaba plenamente justificado. En aquellas fechas, obvio es, no íbamos a guardar a otros que, eso sí, ganaban mucho dinero y ocupaban todos los años los primeros lugares del escalafón. Esos eran los preferidos y utilizados por los mercaderes del negocio; su negocio.
Pero no nos hemos de conformar, siendo mucho este reconocimiento del Gobierno, no es suficiente para preservarnos y defendernos de tantos que hacen de ello un único negocio, su negocio. A ellos nos dirigíamos hace 18 años y menos de dos -cuando reeditamos en la web toda la serie- para que cambien el rumbo de sus inagotables ansias de poder y dinero, para con ello dar un mejor y mayor sentido al significado del Toreo. Ni obtuvimos respuesta, ni variaron un ápice su sentido mercader. Ayudados por la de prensa rosa de los toreros, no pretenden modificar su modus vivendi, ese que les da pingues beneficios, si bien es a ellos solos. Ni la historia, ni la afición, ni la raza del toro bravo, ni nuestra cultura, ni el patrimonio -salvo el suyo- ganan nada con los valores que defienden y proclaman. El único valor es el de los dineros. Así se montan las ferias y así montan el tinglado económico que sostiene la llamada Fiesta Nacional. Sostiene su negocio y punto.
El Consejo de Ministros, debería llegar más allá. Si los reconocimientos de las medallas otorgadas lo han sido para Pepe Luis Vázquez, El Viti, -toreros anteriores a la creación de La Reserva- Antoñete, Curro Romero y Rafael de Paula, no han hecho más que defender lo mismo que yo pretendía defender y conservar. Cómo es posible que después se crucen de brazos ante las tropelías que un día sí y otro también cometen con nuestra Fiesta esa ingente cantidad de mercaderes, que solo la utilizan en beneficio propio. ¡Ya está bien!. Estos políticos muestran sensibilidad con los Toreros reconocidos ¡chapó!, pero también muestran dejadez, abandono y hasta irresponsabilidad para regular de una forma auténtica nuestra Fiesta. Den un paso más y podremos ganar el futuro, evitando que ella, la auténtica, se convierta simplemente en un recuerdo de museo.
Para mí, que con gran ilusión adquirí aquel compromiso de la creación de La Reserva del Toreo, supone un espaldarazo oficial tales reconocimientos de los Toreros propuestos y por ello me siento altamente gratificado, si bien los mercaderes dejaron en el camino, posiblemente, a otro candidato -El Inclusero- a las medallas a poco que le hubieron hecho la justicia que le correspondía. Tiempo, siempre hay tiempo de responsabilizarse de la marcha de la Fiesta, dándole prioridad a las virtudes que adornan el Arte de Torear, al tiempo que poniendo coto al negocio interesado en que la tienen sumida. Mal adjetivo este de negocio para un bien cultural. Repasen la protección de otros bienes culturales y convendrán conmigo que a ninguna otra se le puede calificar, con permiso del Gobierno, solamente de negocio para particulares.
No obstante, con la ayuda o el olvido de los gobiernos, nadie nos apartará de que LA RESERVA DEL TOREO, siempre mereció y merecerá la pena.
