El pasado 5 de diciembre en la Monumental Plaza de Toros México, quedará marcado en la historia de este coso, uno de los hechos más reprobables de que se tenga memoria… la confirmación de Pedro Gutiérrez Lorenzo “El Joven Capea”, con minúsculos animalitos de la ganadería de Teófilo Gómez; tan pequeños los de su lote, que hubo la necesidad de cambiarlos, ya que los cerca de 15 mil asistentes (en una plaza para 50 mil) indignados decidieron exigir la devolución de los impresentables ejemplares.

¡Caramba!, no se podía creer que Pedro Gutiérrez Moya “El Niño de la Capea”, uno de los toreros más queridos en México, y cuando hablamos de México… nos referimos a toda su geografía nacional, pudiera haber aceptado confirmarle la alternativa a su hijo habiendo escogido un encierro que aparentaba ser más una becerrada.

Y decimos que seleccionó, porque cada vez que viene a México… “El Niño de la Capea” vive y disfruta de la familia Gómez, así que tuvo toda la posibilidad para decidir que bureles se lidiarían; y sin embargo, conjuntó unos minúsculos pequeñajos, que resultaron una burla para la afición mexicana.

¿Ese es la manera de responder a un cariño que sin tasa ni medida le dio el público mexicano?

¿Por qué en España sí puede torear toros y en México... en la Plaza México... no?

Cierto es que ya no pudo llenar la México, pero… ese tercio de entrada, le recibió con cariño, y guardó respetuoso silencio, al verle ya mermado de sus facultades físicas, que hicieron tan notorias sus precauciones.

Pero tan sólo recordar la salida de ese primer animalito para la confirmación fue tan grotesca la escena, como la del segundo del lote de Capea Chico. Por fortuna, los dos en un hecho sin precedentes fueron devueltos a los corrales.

¿A dónde quedaron: la dignidad… el respeto… la honestidad… la ética profesional? ¿Acaso vino Papá Capea a darle una cátedra a su hijo, de la mejor manera de burlarse del público mexicano, enseñándole como se le debe engañar?

Es tan grave su deshonestidad… su engaño, que quizá lo único que pueda limpiar un poco esta tremenda ofensa, sería una corrida de desagravio para los aficionados, en la que sí confirmara su alternativa Capea Chico con auténticos toros; porque la simulación del pasado domingo 5 de diciembre… ¡no vale!

Queda sólo en el recuerdo… el reprobable hecho, porque fue un acto de total desvergüenza.

¡Qué desvergüenza señores Capea!