El día 30 de noviembre de 2004 será recordado por Carmen Reche mientras viva. En tal fecha, Carmen, iniciaba su andadura como escritora puesto que, su primer hijo de papel, NO SOY UNA SUPERMUJER, nacía para el mundo. Se presentaba dicho libro en el Centro Social Polivalente y, el éxito, para Carmen, resultó ser indescriptible. Allí estuvimos todos los que le queremos y, sin lugar a dudas, todos cuantos le admiramos, entre ellos, la alcaldesa de IBI y varios de sus concejales que, todos, sin distinción, quisimos arropar a Carmen Reche en esta noche tan emotiva y entrañable para ella.
Me cupo en suerte prologar su ensayo y, esta dicha, la llevo dentro de mí ser. NO SOY UNA SUPERMUJER no es otra cosa que, un alegato a favor de la mujer que, cualquier hombre puede admirar. La narrativa de Carmen Reche, sincera y sencilla, tendrá la virtud de calar en los lectores que, con agrado y añoranzas, podrán rememorar tiempos pasados puesto que, entre otras razones, Carmen Reche, intenta retratar, con sus letras, los tiempos de su niñez y las circunstancias que la rodearon. Pero su libro es mucho más que todo eso puesto que, ella, como madre y como mujer, nos explica la fórmula mágica para, sin pretenderlo, lograr ser una supermujer. Enorme mérito el suyo que, además de ama de casa, Carmen, ha sabido trabajar fuera de su hogar y, ante todo, criar y educar a unos hijos que, con fortuna para ella, la ven como un ser grandioso y, no podía ser de otro modo; Carmen, como todas las mujeres capaces de secundarle, tendrán el honroso título de ser una supermujer.
De Carmen Reche podríamos admirar muchas cosas, aunque me temo que, la primordial, es su tremenda capacidad para el trabajo; nada deja por hacer y, su voluntad y constancia, han hecho el milagro que supone para ella escalar posiciones como mujer y, ante todo, como ser humano. No existen distingos cuando se pone el alma en un quehacer y, Carmen, así lo hizo. Ella ha escrito un libro, ha criado dos hijos y, como ella confesara, ha sabido granjearse un futuro bello que, por encima de todo, le ha llevado a la felicidad; ese estado emocional que todos luchamos o anhelamos y que, ella, como relatara, ha sabido construir y ganar. Me quedo con Carmen; igual que me quedo con su obra, con su afán de superación y con esas ganas de luchar que, inexorablemente, son la admiración de todos cuantos le conocemos. Ella ha demostrado que, para el ser humano, no existen barreras; uno llega hasta donde quiere llegar. Carmen Reche quiso escribir un libro y, lo logró; como lograra en su vida tantas cosas que, tiempos atrás, le parecían inalcanzables. Es cuestión de constancia, paciencia, dedicación y, ante todo fe, mucha fe en tu propia persona. Si quieres, puedes. Y Carmen pudo; pero pudo porque quiso. Ella sabía que nadie le regalaría nada y que todo dependería de su esfuerzo, algo que, desde su fuero interno, fue capaz de capitalizar en su alma para mostrárselo al mundo.
Me siento dichoso por Carmen; por su amistad, por su cariño y por esa gran lección que ha sabido legarnos a los que la conocemos y admiramos. Conociéndola como la conozco, me temo que, su aventura como narradora, no quedará en este sencillo libro; vendrán otros que, sin lugar a dudas, le inmortalizarán para siempre. En sus manos está.
Mi cariño y mi respeto para ti, Carmen, todo ello, unido a mi admiración y gratitud.