El nacional Juan Carlos Cubas, en el día de su alternativa, fue el triunfador de la cuarta de abono, Corrida de la Prensa Taurina, y se hizo acreedor al trofeo del Círculo de Periodistas Taurinos del Perú 2004.
Los toros colombianos de Jerónimo Pimentel, justos en presentación, fueron pobres de pitones, descastados, sin clase, con dificultades, mansearon y se rajaron al final de la lidia. Destacaron: El tercero que empujó en varas y derribó al picador, pero se apagó pronto, y el sexto que fue el mejor del lote, tomó bien un puyazo y, aunque soso, embistió con nobleza la muleta.
Juan Carlos Cubas
Sin cortar orejas, fue el triunfador de la tarde. En el de su alternativa no logró lucirse con las verónicas de recibo. Luego de un buen puyazo de Caro, quita por chicuelinas jaleadas por el público. Mendiola, como siempre, se luce en banderillas. En la ceremonia de alternativa recibe los trastos de manos de Finito y brinda a su padre. Inicialmente no logra acoplarse con el de Pimentel que, difícil y de fea embestida, le engancha los engaños. Finalmente logra muletazos templados con la mano izquierda. Pierde la muleta al entregarse en un estoconazo que no es de efecto inmediato. No se decide a coger el estoque de descabello, como habría sido recomendable, y escucha un aviso antes que doble. Pitos al toro y ovación al flamante matador que agradece desde el tercio.
A su segundo, que cerraba el festejo y mostraba calidades que no habían tenido los cinco ejemplares anteriores, lo recibe con verónicas a pies juntos que remata con una media de rodillas. Se le ve con ganas de triunfo y el público lo celebra. En varas, no se respetan los turnos y Caro pica al toro que le correspondía a Díaz. Dennis Castillo es aplaudido en banderillas. Con la muleta Cubas brinda un recital en el que su poderosa y portentosa mano izquierda nos hace olvidar que estamos frente a un novel matador de toros recién alternativado. Suena los compases de la marinera para acompañar la faena mandona, templada y variada que va a más en cada momento. El triunfo grande se ve venir y el público lo saborea. Alarga la faena y el astado se raja y busca tablas. Se apresura al entrar a matar y pincha varias veces antes de lograr un estocadón que de haber sido al primer intento le habría permitido abrir la puerta grande. Vuelta al ruedo es el premio a una faena que queda para el recuerdo mientras esperamos que la empresa tenga el buen tino de contratarlo para la 5ª y última corrida de la feria que se llevará acabo el próximo domingo 5 de diciembre, en la que el único matador anunciado es Matías Tejela con “dos puestos por designar”. Al toro, que en manos de Cubas lució mejor de lo que fue, se le aplaudió en el arrastre.
Finito de Córdoba
Su primero sale barbeando tablas, no se emplea en el caballo y tiene fea embestida. Pone en dificultades a los banderilleros que solo logran colocar tres palos en total. Finito, con la muleta muy baja, logra derechazos bellos, largos y templados pero por el dificultoso lado izquierdo no puede hacer lo mismo y su disgusto se hace evidente y abrevia. Esto es comprensible pero de ningún modo justificable porque si el torero, que cobra por torear, se fastidia porque no logra hacer la faena lucida que él quisiera y la termina prontamente ¿qué nos queda a los espectadores que pagamos por verlo torear? Con el toro rajado en tablas lo mata con pinchazo, estocada y descabello. Pitos al toro. Silencio al matador.
Otro es el torero en su segundo. Sale decidido y lo lancea a la verónica con empaque y gusto. El toro no es mejor que el anterior y en varas trata de quitarse el palo. En banderillas se luce el español Salguero quien es obligado a desmonterarse. En la faena de muleta comienza algo desconfiado pero luego se acopla con el toro y arma una faena con series estupendas por el pitón derecho. Los pases son mandones, largos, templados y ligados. Suena la música y el público está con él. No ha intentado siquiera torearlo por el pitón izquierdo cuando un bocinazo desde el tendido se lo recuerda, justo en el momento en que se disponía torear por naturales. Nuevamente el diestro se enfada y mira hacia donde provino el mensaje. Demasiado tarde para intentarlo, el toro, totalmente rajado, se va a tablas y nos quedamos sin ver sus posibilidades por el pitón izquierdo. Lo mata en puerta de chiqueros con una estocada que es suficiente. Parte del público pide la oreja pero el presidente no la concede, el público insiste y los mulilleros hacen la payasada de no poder controlar a las cabalgaduras demorando el arrastre. El público insiste, los mulilleros (con un interés fácil de imaginar) siguen demorándose esperando que el presidente cambie de opinión, como efectivamente lo hace. Oreja protestada para el matador que, prudentemente y en gesto que lo enaltece, la entrega a un subalterno y no da la vuelta al ruedo. Pitos al toro.
Javier Conde
Estuvo en Acho pero no lo vimos. Para otra vez será.