¡Inició la Feria de Quito!, y, desgraciadamente con pobres auspicios. Bajo la presidencia del Dr. Santiago Bustamante; de incomprensible actitud, por cierto, con ganado de Carlos Manuel Cobo y con una terna que prometía pero, que se estrelló contra la evidente mansedumbre de los toros.
Por medio de los altoparlantes de la plaza se instruyó al público que, la primera oreja sería decisión de la parroquia y, la segunda, de la Autoridad.
César Rincón fue recibido con calurosas palmas desde el paseíllo; sin duda el público quiteño lo esperaba y quizá fue ese cariño el que más frustró al Maestro.
El primero de su lote fue “Gobernador” un negro listón, poco fijo, rebrincado que levantaba mucho las manos. En capote apenas si pudo esbozar una verónica.
En varas el animal se dejó pegar, humillando; eso si, para luego salir de la suerte rajado, se dolió en banderillas.
Inició la faena al hilo de tablas pero, peleando siempre, con el aquerenciamieto del toro. Poco se pudo ver de Rincón con tan poca materia prima, más tarde la muleta poderosa del Maestro, logró embeber al toro, meterlo y dominarlo y lograr hasta tres tandas de soberbia ejecución, entonces sonaron los “trompudos”, a los que por cierto, el público clamaba desde mucho antes.
Lo toreó por los dos pitones y logró una faena pulcra, no había toro para más; un estoconazo acabó con la faena justamente, cuando el animal mostraba más y más su tendencia a querencia. Cabe dejar muy en claro que sin la muleta poderosa de César Rincón, este toro, no servía ni para corridas de pueblo.
El público, no mayoritariamente, hay que decirlo; pero en gran cantidad pidió la oreja que, el Presidente concedió.
El segundo toro del Maestro Rincón coincidencialmente tuvo el mismo nombre, “Gobernador” y pesó 459 kilos. Fue un castaño chorreado, listón, ojo de perdiz, bociblanco que fue, sin duda el mejor presentado de la tarde y que parecía tener los kilos del primero.
Lo triste fue el comportamiento, desde el momento de salir; se paró mirando y mirando, no derrotó contra los burladeros, no mostró codicia alguna, soso y mansurrón, en el capote salía distraído de los lances, en fin; auguraba poco.
En varas se rajó dos veces y luego recibió una media puya humillando y empujando, en banderillas poco, poco.
Rincón lo recibió con preciosos trincherazos y fue lo único que se pudo ver. La indudable voluntad de Rincón se estrelló contra la evidente mansedumbre del de Carlos Manuel Cobo. La faena fue, diluida sin pena ni gloria, lo que causó en el matador una evidente frustración que, terminó su sufrimiento y el del público; con una soberbia estocada.
Guillermo Albán, que, apostó en la entrevista que le hicimos por este ganado, pagó su fidelidad al ganadero también se enfrentó a animales de poca casta, mansurrones y difíciles que no propiciaron el triunfo que todos esperábamos.
El primero de su lote fue “Lanudo”, con 474 kilos, un negro mulato que apenas le dejó mostrarse en el capote, a pesar de se más claro de embestida que el primero y de humillar un cachitín más.
En varas más arrea que embiste, rajándose de la suerte hasta cuatro veces y recibiendo apenas una media puya y al que se le ponen solo dos pares de banderillas cuando la Autoridad pide el cambio de tercio.
Con muletazos de trinchera trata Albán, de corregir la falta de puya. Inicia la tanda por derechazos y el toro muestra su clara tendencia a tablas, ahí se aquerencia y ahí lo torea Albán, utilizando cuanto tiene en el repertorio para hacer faena al manso de postín que tiene delante.
La faena, obviamente no se cuaja, no hay con qué, pero; la voluntad de Albán es evidente, termina improvisando manoletinas y luego manoletinas de rodillas, naturales ayudados a los que el toro se niega. Arriesgó como novillero, especialmente cuando el viento tomó sus reales en el albero quiteño.
Pincha sin soltar, recibe el apoyo del público traducido en palmas y logra un estocadón hasta los gavilanes.
El público en pie pide la oreja, unos con pañuelos, otros solo con su voz, pero; inconcebiblemente la autoridad, habiendo informado del derecho del público a pedir la primera oreja, la niega.
El segundo bicho que saltó para Guillermo Albán , “Gerolimpo” de 472 kilos no merece más que su descripción, negro mulato, veleto, escurrido de carnes, se podría decir que era un novillo a medias. No se prestó para el capote, en varas se rajó hasta que recibió una puya, demasiado fuerte para lo poco que tenía en sí. En este toro solo fue evidente la voluntad de triunfo de Albán, quién desgraciadamente, pinchó sin soltar antes de lograr la estocada.
Matías Tejela fue el que se llevó el peor lote de la tarde, su primero de 476 kilos, “Gatuno” , escurrido de carnes y con poco que mostrar por su parte posterior, solo se prestó a unas pocas verónicas de factura deliciosa, cadenciosas y templadas.
En varas, poco o quizá menos aún, El “Tortuga”, como no podía ser menos en la inauguración de la feria de Quito, puso banderillas.
Con la muleta apenas si logró dar dos o tres muletazos ligados y conectar con el público que, hasta ese momento estaba realmente con los toreros.
En definitiva, no se vió a Tejela en su primer toro y desgraciadamente con su segundo “Marginado” de 455 kilos, se lo vió aún menos; al extremo que mucha gente abandonó la plaza a mitad de la faena, lastimosamente en su primera tarde, Tejela se fue como si no hubiese estado. No se puede pedir a un torero que haga faena cuando no tiene con qué y esta fue la tónica de los cuatro últimos toros. Lástima de ganado el de, Carlos Manuel Cobo.
