No seré yo el que ponga objeción alguna respecto a la decisión de las máximas figuras ante su negativa a querer torear en Sevilla en la próxima feria de abril. En esta profesión de torero en que la libre contratación es una realidad consumada, cada torero está en su derecho de defender lo que él entienda como justo y, si las figuras del toreo entienden que se vilipendian sus honorarios, hacen muy bien en no acudir a dicha feria. Eso se llama auto-revolución y, no es mala cosa. La dignidad, la que cada hombre cree que debe tener, debe ser defendida hasta la muerte, eso sí, siempre, ateniéndose a las consecuencias; tras tomar una decisión de semejante índole, luego no valen las lamentaciones.
El problema de todo esto que nadie somos imprescindibles y, las cinco figuras del toreo que han decidido no torear en Sevilla, si mañana se retiraran para siempre, otros ocuparían su lugar y la fiesta seguiría celebrándose como antaño. Por cuestiones de edad hemos conocido ya muchas generaciones de toreros y, tras haberse retirado el torero que más público congregó en las plazas de toros, Manuel Benítez El Cordobés, la fiesta siguió su curso. Previamente había muerto Manolete y le continuó Luís Miguel Dominguín. Así, generación tras generación.
Si digo que Canorea tiene ahora una oportunidad de oro para confeccionar una feria de altísimo nivel. Muchos dirán que estoy loco. La pregunta sería la que sigue. ¿Cómo se puede confeccionar una feria de altísimo nivel sin las figuras? Pues precisamente por eso, porque no habrá caprichos estúpidos ni exigencias del mismo nivel. Tendrán cabida en dicha feria, sin las figuras, los llamados ganaderos mientras que, los ganaduros, esos quedarán relegados al mismo tiempo que las figuras. Por fin, de una vez por todas, se podrá hacer una feria para complacer a los aficionados porque, para dicha nuestra, toreros de todo nivel los tenemos por doquier.
Como decía, respeto las exigencias de las figuras, en su derecho están, como lo está el empresario en no contratarles. Claro que, si yo me llamara Canorea les contrataba a todos, pero en las corridas previas a “farolillos” y, si llenaban la plaza, sin duda alguna, les daba el dinero que exigen; eso sí, previamente se les contrataría según taquilla; es decir, cobrarían un porcentaje según el taquillaje. Todos, sin distinción, cobrarían menos dinero que si torearan en La Muela, por citar una plaza humilde. Pero así debería ser la contratación de los toreros, a porcentaje en taquilla, más de uno de los considerados figuras tendrían que buscarse un empleo por la mañana porque con lo generado en la tarde, en las corridas, no les alcanzaría para vivir.
Salvo los adláteres que les secundan a dichas figuras, los que mendigan a su lado para ser defendidos, todo el mundo se alegrará del cambio tan sustancial e importantísimo que puede darse en Sevilla al no acudir las figuras que todos conocemos. Si pudiéramos analizar el porcentaje de contentos al saber que no acuden los famosos diestros a Sevilla, seguro que dicho porcentaje superaría muchísimo al número de descontentos que, sin duda, serán cuatro aficionados del clavel, los periodistas que mendigan en el pesebre de las figuras y los ganaderos adictos a las figuras.

José Tomás podría liarse el capote de paseo en la próxima feria de abril
Estamos ante lo que puede ser una auténtica revolución de la fiesta que, empezando por Sevilla, puede ser un campanazo de atención para el devenir de toda la temporada. Lo triste sería que Canorea, presionado por los maestrantes, cediera, se “bajara los pantalones” y que todo quedara igual. Lo que no saben El Juli, Manzanares, Talavante, Perera y Morante es que, ante sus ausencias, José Tomás tiene puesta la vista sobre Sevilla. De él dependerá de que, la revolución sea completa.