Vamos a iniciar este análisis de la Feria Jesús del Gran Poder 2013, considerando en primer lugar, los aspectos positivos que dejó.
Lo primero que se debe elogiar es, la tenacidad y perseverancia del empresario Marco Galindo quién enfrentó mil y un problemas para lograr lanzar la feria en Tambillo.
Afrontó una inacabable retahíla de cortapisas y actos rastreros, encaminados a frustrar la presentación de la feria, desde rumores que hablaban de que sería una estafa, hasta el intento de enviar a una mujer humilde con dos niños pequeños, dentro de la plaza, para poder cancelarla; por “atentar contra la niñez y la juventud”.
Días antes del inicio ya se corrió el rumor, incluso en medios sociales; de que la Empresa, no contaba con los permisos para dar la Feria.
Enfrentó y superó muchos actos poco leales, cortapisas legales que no tenían más meta que, la de engrosar la billetera de las “autoridades” que las inventaban, para hacer su “Agosto” particular, en Diciembre.
Vaya por tanto, una sincera felicitación para esa perseverancia que nos permitió vivir cinco días de toros, con sus más y sus menos, pero vivirlos.
Así comenzó Tambillo, feria que no terminó por la suspensión del último festejo
Lo más importante de esta feria fue, sin duda; el “redescubrimiento” de ganaderías, lamentablemente proscritas en la Feria de Quito, entre las que resaltaron “La Viña”, con toros de gran calidad y colaboración para el triunfo y “Ortuño” con animales complicados e interesantes, de aquellos que, prueban a los toreros; “El Pinar” y “Santa Rita”, también soltaron toros de importancia.
Los “Santa Coloma” y “Peñas Blancas”, son sobradamente conocidos por los aficionados y alguna otra ganadería, simplemente no cumplió por lo que, evitamos mencionarla.
La voluntad de triunfo, el afán de agradar y el compromiso de los rejoneadores, toreros y novilleros fue evidente, hasta aquí; lo positivo.
Ahora bien, hemos leído que la Empresa se felicita por la cantidad de trofeos cortados en estos días de toros y ahí, hay que analizar los premios a profundidad porque; el problema más importante, (en lo estrictamente taurino) fue el juicio de Autoridad, desigual y lamentablemente; muchas veces poco acertado.
El Palco adoleció de absoluta falta de personalidad ante la presión del público lo que le llevó, no solo a otorgar trofeos que no debían darse, si no y lo que es peor; a ser injusto en sus juicios, siendo extremadamente generoso con unos y absurdamente rígido con otros, en más de una ocasión; en el mismo festejo.
Por lo que antecede, no se puede considerar que la Feria haya sido un éxito absoluto, basándose únicamente en la cantidad de trofeos que se repartieron.
Para que una Feria sea un éxito absoluto deben confluir muchos aspectos, los trofeos obtenidos, no siempre evidencian lo que se ve en la plaza y esta Feria Jesús del Gran Poder; es una muestra palpable de lo mencionado.
En la novillada se tuvo lo que podría considerarse un “baratillo” de premios, llegándose al indulto de un buen novillo que con serlo, no mereció el premio y más de lo mismo, ocurrió en alguna de las corridas.
Otro indicador de éxito es la afluencia de público y lamentablemente, no hubo un solo lleno completo, salvo los dos días de Pablo Hermoso de Mendoza y el día del mano a mano, la entrada apenas si fue de medio aforo.
Solo podemos imaginarnos lo complejo que debe ser armar una feria y más debe serlo, cuando hay que comenzar desde cero, desde sin plaza. Pero, el comprender las complicaciones, no nos lleva a excusar que falten ciertos detalles aparentemente pequeños que, al fin y a la postre; dicen mucho de una feria.
Iniciar la misma sin la presencia de una banda de música, rebaja el nivel del festejo, los cambios de horario de inicio; en principio se anunció a las 12.30 del medio día, mientras los boletos tenían marcada la una de la tarde y los festejos dieron inicio a la una y treinta, muestran desorganización y quitan lustre a cualquier evento.
Suele suceder que un torero se caiga del cartel a última hora, pero; no se comprende que no se dé una explicación del porqué de esa ausencia. Lo coherente es presentar la justificación enviada por el torero, cuando es él, el que ha rescindido el contrato o, explicar las razones que han llevado a la Empresa, a prescindir de él, de ser ese el caso.
Nada de esto ocurrió en relación a la ausencia de Juan Rafael Restrepo, el rejoneador colombiano.
Es una falta absoluta de respeto al público el mantenerlo esperando el inicio de una corrida por hasta una hora y luego, pretender explicar la demora, cuando la gente está ya encrespada y harta de la eterna espera.
Todos podemos comprender que existen imprevistos, pero; se debe informar cumplidamente al público de que existirá una demora, informar periódicamente a la gente de lo que está ocurriendo y no limitarse a dejar a los aficionados sentados en sus localidades, sin dar explicaciones. Que pasara una vez fue malo pero, que pasara dos veces; ¡fue inconcebible!.
Cancelar la última corrida de la Feria, la noche anterior; fue la puntilla. Hay que reconocer, eso sí, la valentía de la Empresa de reconocer que, se veía forzada a hacerlo, por no poder enfrentar los costos.
Pero, desgraciadamente, los errores cometidos por la Empresa a la hora de presupuestar la Feria, no son asunto de los aficionados y lamentablemente, fue el público el que se quedó sin poder ver a Antonio Nazaré, Daniel Luque y Diego Silveti.
La Fiesta Brava es mucho más que una espectáculo, es un ritual en el que el respeto es un pilar básico; se debe respetar al toro, a los toreros, tanto de oro como de plata y se debe respetar al público.
Por lo que hablamos con uno de los subalternos nacionales, la Empresa tampoco mostró respeto hacia ellos y fue ese irrespeto, el que causó las demoras de inicio, porque; los subalternos se negaron, (con justa razón) a entrar en la plaza, si no se les abonaba lo adeudado de los días anteriores.
La apuesta de la Empresa Condortrust fue alta y queda demostrado que, a ciegas. El cancelar la última de feria muestra que, apostaron a llenos completos que auto-financiaran las siguientes corridas. El confiar en llenos completos, evidencia además que, no se realizó un estudio de mercado apropiado.
Apostaron y perdieron, algo común en el mundo de los negocios y algo a lo que, seguramente, el empresario está acostumbrado.
Pero su apuesta, puede tener un costo mucho más alto para el incipiente rescate de la fiesta para Quito.
No se puede decir que la Feria de Tambillo haya sido un fracaso absoluto, pero; lamentablemente, tampoco podemos decir que haya sido un éxito.
Quizá deberíamos verlo como un experimento que permitirá planificar las cosas de una manera más profesional en el futuro.
Se podría pensar en una feria más corta o quizá, en una dividida; como la de Lima, que se realiza únicamente en fines de semana. Eso permitiría más afluencia de público y una mayor recaudación.
Por lo pronto, nos tememos que, este juego de azar de Condortrust, deje a Quito sin toros al menos, hasta que pase el mal sabor de boca que nos ha dejado esta Feria.
Foto: Alberto Suárez
