Uno de los personajes más polémicos dentro de la fiesta es el juez de plaza o presidente. Es en él en quien recae directamente todo lo acontecido en el ruedo en cuanto a la aplicación del reglamento. Desde luego que influye mucho su participación incluso desde antes de que inicie el festejo; es sin duda una gran responsabilidad.
Un juez se puede equivocar, claro es un ser humano, pero en ocasiones se desencadena una serie de errores que terminan por molestar al aficionado y provocan la bronca en el tendido, y pero aún, confunden al público nuevo, que es lo que hace falta en la fiesta. Puede también, créalo o no, confundir a los propios toreros, sobretodo a los novilleros haciéndoles creer que triunfan cuando en realidad las faenas que hacen no han sido meritorias como para cortar apéndices, esto en cuanto a la concesión de trofeos.
Muchas veces el presidente parece estar dormido en el palco que aparenta estar vacío. En cuántas ocasiones no hemos visto que el torero solicita el cambio de tercio o cualquier otra petición y toda la plaza se entera menos el juez.
Hace poco tiempo escuché, no recuerdo dónde, el cuestionamiento de quién debería de ser el juez de plaza, y pueden ser muchos, alguien dijo que matadores de toros en retiro sería una muy buena idea, otro más señaló que podría dirigir el festejo un aficionado experimentado, el problema es cómo definir a un aficionado experimentado. Le invito amigo aficionado a que usted opine quién le gustaría que fuera el juez o cómo elegirlo y quién debe de hacerlo, si en una temporada debe de haber uno sólo o es posible que dos, como ocurre en la Plaza México por ejemplo, o más puedan unificar criterios.
El aficionado no puede permitir que haya alguien incapaz de dirigir un espectáculo taurino, en el que se otorguen trofeos al por mayor sin enterarse de lo ocurrido en el ruedo, o que no los otorgue cuando se merecen, que permita que se presente un ganado indigno, o que no haga cumplir el reglamento.
La fiesta necesita gente seria en muchos aspectos. Urge que haya alguien con la personalidad para encargarse del palco de honor. Un tema que debe ser revisado urgentemente para beneficio de todos, desde toreros, hasta los aficionados.