La Plaza de Toros Quito, tiene como toda plaza, sus personajes, su jerga, sus expresiones todo; lo que le vuelve única.
Deberíamos comenzar por el público, un público fiel y leal a su Feria Grande, ese público que llena siempre o casi, los graderíos de Coso de Iñaquito desde sus inicios. Ese público que en muchísimos casos, pierde su ancestro ecuatoriano para volverse castizo, no bien trasponer las puertas interiores de la plaza quiteña.
Hay aficionados muy serios y pudientes que se pagan entradas a unos míticos “sombra” o “sol y sombra”, porque, en pleno ecuador y al medio día en la plaza… no hay más sombra que la que puedan hacer las banderas.
Otros, menos pudientes, lo que no implica que sean menos serios, compran modestamente en sol y, “el guambrerío”, es decir; la juventud; en General donde a fuerza de refrescantes cervezas, terminan, algunas veces “apoyando al de negro”, (el toro) y otras lamentablemente en brazos de Morfeo, cuando no, en un estado peor.
Entre los personajes de esta plaza, todos quienes hemos asistido a ella por años; reconocemos al monosabio Ernesto Gallardo; pequeño, gordito, con gesto adusto, con sus lentes de gruesa montura o al eterno alguacilillo José Larco que, ha creado una dinastía como lo hizo en su día, el conocidísimo picador Braulio Almeida para quién, cuando se presentaba en el albero, la plaza tenía un grito: “teneráste Braulio”, alentándolo así, a mantenerse en el caballo. Otro picador que parece ser ya parte de la misma plaza es, Hernán Tapia.
No puede haber Feria en Quito sin que en el tercio de banderillas intervenga el famoso “Tortuga”, hombre pequeñito, macizo de cuerpo del que se ha llegado a decir que, debe de tener una silla invisible para llegarles a todos los toros; su agilidad ante la cara del toro es más que sorprendente, si nos fijamos en su corta estatura.
A pesar de ser mucho más joven y por tanto, de reciente tradición debemos mencionar a Milton Calahorrano, hijo del que se llamara “Diablo Calahorrano”, Milton es un peón de los buenos, brega bien, se desempeña con limpieza en las banderillas y sabe mantenerse en su papel, con clase.
Entre las tradiciones más arraigadas está la de comer “empanadas de morocho” (una variedad blanca del maíz), o el tradicional sánduche de pernil (carne de cerdo curada), tradiciónes que han venido un poco a menos desde que, famosos restaurantes han abierto sus tenderetes en la explanada exterior de la plaza. El vino y el jerez en bota o en botella; la cerveza para los jóvenes en general, son las bebidas más comunes y quizá, la tradición más importante de la plaza sea la forma de pedir música: “soplen, trompudos”.
Pues, todo esto lo estará viviendo Quito en pocos días más, el sábado que viene veremos esos rostros conocidos, escucharemos los “castizos hechos al apuro”, veremos a Ernesto, a los Larco, a Hernán, al Tortuga y a Milton; acompañando a los serios carteles de esta feria 2004 y, todos esperamos que las faenas se presten al tradicional grito de: ¡SOPLEN TROMPUDOS!