En nuestra introducción a esta feria decíamos que nos gustaría cantar cuanto de bueno ocurriera en ella; que es, ni más ni menos, lo que nos gustaría hacer siempre: cantarla. Pues bien, ello es posible en este primer fin de semana de los que consta la feria. Si al primer día podríamos titularlo como Más de lo mismo; en la novillada y, sobre todo, la actuación de Luis Francisco Esplá el domingo, da para bastante más, da para cantar muchas cosas.
Al término de la primera tarde, uno tenía la sensación de estar muy cerca del abandono, ese al que hacía referencia en mi anterior artículo, presa de la más anodina vulgaridad y atropello al que ha llegado la fiesta; eso sí, contada como extraordinaria por los mercaderes y plumíferos a sueldo. Al grito de: queselaquedenellos salió la afición de la plaza. Por mí sería mejor ni nombrarles, pero el lector tiene derecho de saber quienes dieron con su participación sentido a dicha válvula de escape del aficionado: ganado de Puerto de San Lorenzo, Finito de Córdoba, Manuel Caballero y Rafael de Julia. Este último, él sabrá a qué juega. Los otros, naturalmente, ya lo saben: a figuras. Menudo título, faltaría más.
Las novilladas, a las que siempre gusta acudir al aficionado, (al público en general los novilleros no les suenan nada y por lo tanto no van), son un gran altar donde observar las más puras raíces de lo esencial de la vocación torera. Da igual que vengan condicionados por cuanto observan y ven, siempre hay una posibilidad de que de ellos surja su propio yo, cada vez más censurado y más enconsertado por los intereses del taurinismo, pero que permite rendijas por donde alumbrar su propia luz y torería. Así pudimos ver al albaceteño Antón Cortés, quien nos mostró un amplio abanico de sus formas toreras. Y yo me pregunto ¿a quién imitaba, quién era su espejo?, pues uno rebusca por el escalafón superior, mismamente el día anterior, con el líder del escalafón y el más afamado torero actual de Albacete y no eran su espejo. Está claro que entre los novilleros, y antes de que los adulteren o les impidan seguir los que manejan el cotarro, todavía es posible que nazca puro, como siempre fue, el toreo. Y con ser importantes sus maneras, en mayor medida lo fue su decisión, su determinación y valentía. Rara avis para un gitano, pero sorprendentemente sólido. Si el valor es el exhibido y las formas esas, y todo lo mantiene, que le den la escoba.
LA TORERIA EXISTE
Otra vez Luis Francisco Esplá triunfó en Las Ventas. Las cotas que está alcanzando Esplá en Madrid en los últimos años, van a tener que ser analizadas detenidamente. Con ser muy importante los valores de la lidia que se alcanzan con sus actuaciones, con ser buena su labor con capote, banderillas y muleta con los toros, lo es mucho más la impregnación de torería que acompaña su quehacer y, sobre todo, la actitud del público con cuanto, con él, puede ver. En esta última actuación, he de confesarlo, no tengo argumento alguno para censurar nada de su actuación. Otras veces ha habido que dudar de su calidad muletera, otras criticar el excesivo protagonismo estudiado, legítimo, que utiliza para captar la atención de los espectadores y en otras tantas su abandono de la actuación global en aras de la búsqueda, única, de detalles y marchamo de Cossío. Todo ayer fue bien ejecutado y todo fue hecho en una sana complicidad con el aficionado y público en general.
A esa sana complicidad vamos a dedicarle unas líneas. Es tanto el ayuno de torería que tiene la Fiesta actual, que sus actuaciones terminan por convertirse en el símbolo del bien hacer para el aficionado. Y no es casualidad que sea este torero el que lo represente. Lleva muchos años “entrenando” para ser diferente a sus compañeros. Desde los vestidos a la interpretación de las suertes. Desde su compromiso consigo mismo y contra determinados montajes del taurinismo, al mayor y más real compromiso con la esencia de la Fiesta: el toro. Ahí radica la gran diferencia. El saber y dar primacía a la presencia del toro; al menos en Madrid, ya que en el resto les da y les iba a dar casi igual a quienes llenan la plaza por el santo patrón. El conjunto de estos valores, podemos y debemos llamarlos así, hacen que el matrimonio de la afición más perseguida de España haya encontrado un aliado en el ruedo con Luis F. Esplá. Para otros puede ser la horma de su zapato.
Ayer, y gracias a la lidia de este Torero, pudimos ver de nuevo la belleza de la suerte de varas en autenticidad. Ayer pudimos ver como se sujeta a un toro huidizo, ejecutándole toda la faena en escasos cinco metros cuadrados. Ayer pudimos ver como se motivaban sus cuadrillas a la hora de colaborar al fin último del arte de torear. Ayer pudimos ver como es posible conjugar los deseos de la machacada afición de Madrid con las más esenciales normas del desarrollo de la lidia de unos toros. Ayer pudimos ver, en fin, que es posible seguir acudiendo a las plazas si el espectáculo que te ofrecen está libre de toda sospecha: toros y toreros en plenitud. Si además, Esplá es capaz de torear mejor, más hondo, más cerca, más profundo que lo que nunca le habíamos visto, mejor que mejor. Su no alineamiento y su constancia en presumir de ser, le han llevado a ser de verdad. De un torero normal de corrida de banderilleros a un torero básico para mantener la ilusión por ir a una plaza de toros. Por lo menos en Madrid. En el resto de las plazas no necesitan tanto, ni tan poco. Ese poco con el que se conforma Madrid. Bien fácil de conformar. ¿Hay más toreros?. Pues Madrid espera.
De justicia es reconocer a un Rivera Ordóñez inédito. Si fue por estimulación o por equivocación no lo sabemos, pero el final de la faena a su segundo toro, cuando Esplá ya tenía la puerta grande, se compuso de unos naturales y unas trincherillas de gran belleza y hondura. Reaccionó el público ovacionándole y bien pudiera haber cortado una oreja si no hubiera estado fatal con la espada. El mismo pudo ver que cuando se está bien no hay que pedir, él, que pongan bombas en ningún sitio. Estando así no necesita quejarse ningún torero del público de Madrid.
Los más ya hacen cábalas sobre una actuación de Esplá con seis toros, preferibles victorinos, en la próxima feria de San Isidro. Aunque lo mismo se le ocurre pedir su dinero, debe ser el más cotizado en Madrid, se lo niegan como a El Califa y el año próximo no está en los carteles. Peores cosas se han visto en esto del taurinismo. Bastante les importa a ellos la torería y la autenticidad.