La afición taurina, parece haber sentado sus reales en estas tierras americanas, desde los inicios mismos de la Colonia.
Tan arraigada debió de estar la afición taurina ya, por allá del año de 1570 que, Don Hieronimo de Loayza, Obispo de Lima publica una “Bula de excomunión” para quienes: “corran toros u otras bestias fieras”. La verdad es que, de bien poco le sirvió al mentado Obispo su esfuerzo, porque, he aquí, que varios siglos después; la afición taurina en muchos países americanos sigue pujante.
En Ecuador, es sabido que los toros se “corrían”, inicialmente, en las plazas de las ciudades y pueblos, es más; hasta hace muy poco tiempo, los denominados “toros de pueblo”, se lidiaban o más bien corrían, en las plazas pueblerinas, adecuadas para el efecto. Se sabe, por ejemplo, que allá por los tiempos del Presidente de la Real Audiencia don Manuel Ruiz de Castilla; en Quito, se celebraban las corridas en la Plaza Grande y, aparentemente no con mucho agrado por parte del Conde Ruiz de Castilla.
Es cierto que esos festejos eran más bien de corte popular, donde cualquiera que tuviera el coraje o los tragos necesarios, enfrentaba los animales que se soltaban al ruedo.
Fue más tarde, en los albores del 1900 cuando se construye en Quito la primera placita de toros, más tarde vendría la de Guangacalle, entre 1905 y 1914; le seguiría la de Antepara. Ya por los años 30 existían en Quito dos plazas, la Belmonte y la Arenas hasta que, en Marzo de 1960 se inaugura la actual Plaza de Iñaquito.
Esta plaza que ahora va quedando corta, para la afición capitalina y no capitalina que llena sus graderíos, ha recibido en su albero figuras sonadas; Paco Camino, por ejemplo, estuvo en el primer cartel de la Feria Quiteña.
Luego sonaron nombres como los de; Dominguín, Antonio Ordóñez, Antoñete, Juan Silveti, Curro Romero, César Girón; más tarde ya, El Viti, El Cordobés, Palomo Linares, Paquirri, Manzanares, Dámaso González, El Capea, Ortega Cano, Roberto Domínguez y así, con nombres como estos; año tras año, se ha realizado la Feria Jesús del Gran Poder.
También el arte del rejoneo se ha visto en todo su esplendor en esta plaza quiteña; don Ángel y don Rafael Peralta, Don Álvaro Domeq, Don Fermín Bohorquez, el portugués Joao Riveiro Téllez, Manuel Vidrié, el colombiano Oky Botero, Pablo Hermoso de Mendoza, por mencionar algunos, han hecho vibrar al público con sus faenas a caballo.
Se podría decir que la afición taurina en América y, más concretamente en Ecuador, ha estado siempre allí; es un legado y una herencia hispánica que se asentó en las tierras de América con firmeza y que, gracias a Dios, continúa creciendo.