No... no fue noticia la nueva multa que le fue impuesta por el Ayuntamiento de Guadalajara, Jalisco, al ganadero José Antonio Garfias de los Santos, mejor conocido en el mundillo taurino mexicano como Pepe Garfias, por haber lidiado el pasado 31 de octubre en el Nuevo Progreso, hasta donde se sabe... tres pequeñajos despuntados.
No fue noticia, porque simplemente lleva tantos años detentando el puesto del mejor exponente del "torito comercial", aquel bovino adelantado en cuanto a una gordura descomunal a través, según se dice, de dar a temprana edad anabólicos, para hacer creer... sólo visualmente, que tienen sus pequeñajos un volumen similar al que posee un toro de más de 4 años.
Pero además, es el mejor exponente... por la exasperante mansedumbre, que primero rayó en la bobaliconería -el pequeñajo dúctil que acudía a las muletas sumisamente-, pero que después de poner tanta “dulzura” a la sangre mansa de su ganado, se degeneró, llegando a producir, incluso, un animalerío de bureles mansos y con peligro.
La noticia habría sido significativa si José Antonio Garfias de los Santos, en un arranque de dignidad y de respeto, no sólo a sí mismo, sino a la fiesta, a los aficionados y al entorno legal; hubiera declarado que hasta el domingo pasado, hasta el 31 de octubre de 2004, había quedado ese ganadero comercial, ese ganadero indigno de la mejor herencia que dejaron aquellos verdaderos criadores de toros bravos.
Pero... eso son sueños de un iluso, y todo quedará ahí... porque todo hace ver... no existen verdaderas intenciones de cambiar.
Por lo menos, en la única plaza seria que tiene México... el Nuevo Progreso de Guadalajara, no volverán a ver encierros de este ganadero por 2 años. Y eso sí es una ganancia.
Con lo que respecta a la multa de los $20,000.00 (veinte mil pesos... unos... mil ochocientos euros) por cada astado... manipulado de sus cornamentas, es seguro que la pague el señor Pepe Garfias, pero el descrédito que ya tiene, un descrédito mayúsculo, obligará a todos los aficionados y al público en general, a no acudir cuando se anuncie una corrida que proceda de los señores Garfias, en cualesquiera de sus denominaciones.
Porque una cosa queda clara... el respeto, la dignidad y el honor... ¡no se compran!
¿En algún momento entenderán este tipo de ganaderos que hay valores morales, éticos y legales por encima de las pillerías?
Lamentablemente... no sabemos. Todavía después de este penoso incidente, muy cerca de Guadalajara... en Morelia, Michoacán, Luis Felipe Ordaz envió otros tantos pequeñajos, indignos de una afición tan entregada como la de esta señorial ciudad mexicana; un insignificante encierro para la alternativa de Omar Villaseñor, y todo hizo ver... que en la realidad, no se consolidó este doctorado, porque con ese pequeñajo que tuvo frente a él, nadie que se precie de un ser honorable, puede tomar una alternativa.
Pero... esto y mucho más, será comentario de nuestra próxima columna de opinión. Espero sus amables comentarios.