Tal y como dice nuestro objetivo aquí en www.opinionytoros.com: el toro íntegro y el toreo auténtico. Pues sí, desgraciadamente lo primero, el toro íntegro, es lo que ha venido fallando o escaseando en los últimos tiempos en muchas Plazas de la República mexicana. En verdad son pocas las que se salvan.
Esta no es la primera ocasión en que menciono que el protagonista de esta bella fiesta es el toro y, aunque no lo crean, parece que los menos enterados de esto son los ganaderos que no se preocupan por enviar encierros dignos y las empresas por aceptarlos. Cada vez se aprecia mayor mansedumbre, falta de casta y debilidad en las reses y, por si fuera poco, la falta de presencia con toros chicos que hasta dan vergüenza.
La emoción en la fiesta de los toros termina cuando el aficionado deja de sentir ese respeto a un animal que supuestamente debe imponer. Ahí es donde se pierde toda la grandeza del mundo de los toros. Pero qué distinto y que hermoso espectáculo cuando vemos saltar a la arena un toro que tiene presencia y que al mismo tiempo nos hace pensar en que uno mismo no quisiera estar en las zapatillas del torero, y qué mejor cuando este bello animal posee las características de un toro bravo.
Quiero pensar que tanto ganaderos como empresarios quieren o de verdad le tienen un poco de cariño a la fiesta, entonces por qué, yo me pregunto, no buscan engrandecerla más. Es lógico que mientras mejor se hagan las cosas, la gente regresará a la Plaza.
Por otra parte, es una falta de respeto al público que está pagando un boleto para ir a ver una corrida de toros. Esto es engañar a la afición y ofrecerle un espectáculo falso, una verdadera farsa.
En ocasiones aparentemente los ganaderos no tienen la más mínima idea de lo que tienen en sus dehesas. Algunos llegan a la plaza alegando que sus toros tienen notas de tienta extraordinarias y resulta ser que cuando salen al ruedo parecen animalitos de desecho.
Este es un tema que ojalá no se tuviera que volver a tocar. En México las ferias que han presentado toros con toda la barba han sido un éxito rotundo con plazas llenas, incluso nuevos aficionados se han acercado a este nuevo mundo para ellos. Ahí está la prueba de que si se comenta que ya no hay afición en México, es mentira. No es que se haya perdido la afición, sino que simplemente el espectador exige un espectáculo digno de admiración y respeto. El público quiere que le respeten porque también ama la fiesta, tanto o más que muchos de los llamados profesionales.