Año 2003, una noticia cae lacónica: Juan Bautista matador de toros desde 1999 se aleja de los ruedos.
Punto. La temporada no es todavía terminada, tiene el torero casi treinta contractos, pero el ya ha tomado su decisión no va torear mas.
Sobre las razones de esa salida casi nada…
« Desde 14 años he vivido solamente para mi profesión. Ha sido una aventura extraordinaria con momentos muy fuertes. Experimento actualmente un desgaste yo mismo que lo impide que sea completamente en pista. Más que de dar una mala imagen, prefiero ser honesto frente a mí mismo y de los aficionados. »
Me recuerdo solamente de esa mirada tan lejana y tan negra en Floirac durante toda la corrida, el ya lo sabia todo. Durante meses toda se ha dicho, solamente podíamos suponer: ya no quiere el miedo, la agitación del mundillo, ese peso inmenso sobre sus espaldas cuando se pone el capote de paseíllo: cargado de las dudas, de la angustia y de la responsabilidad.
Salir, de las costumbres, de los gestos repetidos para exorcizar el miedo, ya no ver más las miradas apartadas púdicamente antes la corrida en el hotel.
No mas vestir el traje de las ambiciones, de las ilusiones, de las glorias y de las lágrimas…Asfixiado de tener que ofrecer sin pararte un espectáculo. El miedo de la herida, una necesidad imperiosa de volver a la realidad del mundo, de abandonar el universo replegado sobre asimismo que te hace vivir junta una cuadrilla durante una temporada. No más ser fuera la vida, reintegrar una historia más personal.
Basta, Juan Bautista lo había decidido en 2003, abandonaba los ruedos…
¿Pero como abandonar para siempre lo que te ha echo vivir, lo que te ha echo luchar durante tantos años? Ese trabajo a diario, las horas de preparación, las renuncias, las ilusiones de tu padre que te sigue desde siempre, los toros que desfilan frente a tus ojos cada noche cuando sueñas a triunfos, investido hasta el asco en tu vocación.
Finalmente parece que deseo de torear no te deja fácilmente tranquilo.
Un torero nunca se marcha verdaderamente, se aleja, se pone entre paréntesis, se va por los bastidores…
Ahora lo sabemos, Juan Bautista ha anunciado su regreso a los ruedos en 2005: « porque he encontrado de nuevo el gusto de torear y soy en armonía conmigo », dice el matador. « Ese verano ha matado… » Dicen algunos periodistas…Y han llegado todas las televisiones de Francia para verlo prepararse. Un regreso progresivo con algunas actuaciones…
Como será la encuentra entre el público y el matador francés, nadie lo sabe…
François Zumbielh en su libro « Des taureaux dans la tête » entrevista a Juan Posada quien explica: « Para mi el torero en actividad es un hombre sin acabar…Se observa que los toreros cambian dos o tres años después que se han retirado, vuelven hombres porque tienen así el tiempo de la reflexión sobre las etapas de sus vidas…No maduran al mismo tiempo torero y hombre… ».
Sin duda tiene razón, se dice que torear es parar el tiempo, y finalmente es en ti mismo aquel tiempo es suspendido. Vives solamente para mañana olvidando ayer, y hoy pasa como un viento. Algunos han sacrificado niñez, estudios para sentir el soplo del toro pasando por la muleta, para oír solamente una vez, vestido de luz, el público ovacionarte. Y solamente, alguna vez, durante algunos segundos llevan hasta el cielo la prueba de su madurez, trofeo de hombre, dos orejas de luz en un cielo encendido de triunfo.
Así esperamos Juan Bautista, mas maduro, seguro de su camino, lleno de ilusión y de humildad, con dos años de experiencia lejos del ruido de las plazas, capaz de enfrentar la mirada severa del mundillo y la posible inconstancia del público… Que su inspiración pueda cautivarnos… ¡Suerte!