S.I.- Segunda novillada de la feria y segunda ocasión para ver cómo son las promesas o futuras estrellas del escalafón superior. Tres jóvenes que vienen destacando en las plazas donde actúan y que se les esperaba con ganas.

Y de la terna podemos decir que hay algo que les cuadra a los tres: Les puede el corazón. A la hora de pisar la arena de Las Ventas han aplicado ese órgano por delante de cualquier otro atributo, mucho antes que la cabeza. Y no debemos darle importancia pues están en la etapa de rodaje y mucho peor hubiera sido que se nos hubieran puesto académicos como si ya lo tuvieran todo hecho.

A los tres les han desbordado los novillos que tenían delante, a los tres les han metido mano y han salido ilesos por casualidad o más bien por suerte. En algún momento ha sido hasta preocupante la forma de ser cogidos, pero la suerte estaba con ellos. Nos alegramos. Más que preocuparnos esos avatares nos congratulan con las novilladas de otros tiempos, lejos de otras en las que parecen movidos por no se sabe que hilos, como si fueran marionetas, de un toreo encorsetado.

Así de derecho y con el corazón comenzó su segunda faena. Luego llegó el susto

El mexicano Sergio Flores, muy placeado y preparando ya su alternativa, no terminó de entenderse con su primero que fue noble y que le hubiera permitido cortar algún trofeo y lo achacamos a que le pudo el ansia de estar bien, la pasión por hacerlo, que el hacerlo bien basado en la mejor técnica y oficio. Y si en ese equivocó el camino quiso resarcirse en el sobrero de Espartaco, donde dio rienda suelta a una actuación de novillero, lo que llevó a pasar por la voltereta y el susto. Sus paisanos, que abundan en la plaza, le aplaudieron y sin estar mal tampoco estuvo bien del todo. Le pudo el corazón mas que la cabeza.

Javier Jiménez es la viva imagen del novillero de toda la vida. Quiere hacer de todo y en todas partes. Bullicioso y alegre es su toreo que aún peca de bastante inexperiencia. Llega bien a la gente y tiene valor para estar en la cara de los novillos, pero también le puede el corazón, muy por encima de la cabeza. Seguro que en otras plazas por lo menos lo equilibra, pero en Las Ventas no es cuestión de estar frío sino caliente. Eso ha hecho el de Espartinas y se ha llevado el recadito de su oponente. La espada parece un suplicio para él y le resta méritos a la hora de materializar toda su labor.

El madrileño, Fernando Adrián, sin embargo, ha combinado el poderle el corazón, las ganas en su segundo ejemplar, con ir de cabeza en su primero que desarrolló sentido y se convirtió en una buena prenda. Lo cogió de muy mala manera y la suerte estaba con él como lo estuvo con sus compañeros. Dio la sensación de que está preparado para toros de los del bombón, de los de las figuras, y no estarlo para los regalitos. Oiga, pues como todo el escalafón suyo y el superior, no nos vamos a engañar, me contesta el subconsciente. La espada tampoco en su fuerte.

Bueno, como dice el titular, a los novilleros les puede el corazón y, yo añado, a mi eso no me importa. Mucho peor es ver a los de arriba del todo cuidándose todo el rato y dejando el corazón en el hotel o en el banco. Estos al menos no han tenido que pasar con que el público se lo tenga que reprochar.

Novillada remendada de Fuente Ymbro que demuestra la falta de acierto de los veedores de la empresa. Están dando un sainete con las elecciones en el campo.