La edad desde el tendido es muy difícil de apreciar con exactitud, ya que el aficionado ve el toro desde arriba, desde su localidad del tendido y en ese momento puede influenciarse mas por el tamaño de la res, su pelaje o sus cuernos, dicen que algunos toros chicos “se tapan por la cara”, cuando tiene los cuernos desarrollados, y así un toro grande puede parecer viejo y uno chico joven. Mientras no se controle por la autoridad competente en el momento del herradero la marcación a fuego en el brazuelo derecho de la última cifra del año del nacimiento, además del número propio y del hierro del ganadero, siempre habrá problemas referentes a la apreciación de la edad
Esta operación se tiene que hacer postmorten para revisar las mandíbulas inferiores de los toros y contar los incisivos permanentes que cuentan las reses, ya que cada año hasta los seis mudan los dientes en el maxilar inferior, ya que en el superior tienen un fuerte rodete dentario, que sirve de apoyo para el corte del pasto por los inferiores. Esta operación se puede también hacer en vivo, pero se corre peligro de que se desgracie un toro, ya que conlleva sujetarlo casi siempre mecánicamente, fácil es suponer que el toro no entienda que solo se le quiera comprobar la edad y suele no colaborar nada, corriendo el riesgo de que se parta un pitón o rompa una pata, y por eso no se suele hacer este tipo de operaciones.
En los primeros movimientos de la res en el ruedo, la mayoría de los aficionados, nos enteramos de su hierro, divisa, número, pelo y de su tipo y ha empezado a mostrar sus características de bravura.
Incluso se puede ser buen aficionado sin dominar los “tecnicismos pilíferos” que antes se manejaban más: Además debe considerarse que según las regiones o países cambian los términos para expresar lo mismo y así no hay uniformidad de clasificación de los pelajes. Estos también varían uno a uno de acuerdo a los innumerables matices que pueden tener según la luz que haga, alimentación a que han estado sometidas las reses etc., por lo que es una técnica bastante complicada, pero así y todo se puede dar una clasificación tipo, del que se desprenden después matices y particularidades.
Sin embargo es de muy mal afecto que no la dominen quienes por obligación están en trance de enseñar a los demás, por ejemplo los cronistas taurinos o los que hacen las reseñas oficiales que aparecen en determinados programas o pizarras de las plazas, en las cuales no solamente se suele omitir el detalle más característico para la descripción del toro que eso intenta ser la reseña, sino se dicen cosas tan graciosas como “negro claro” o “Berrendo en blanco” o se llama salinero a un berrendo.
Como condición práctica si se quiere entender de pintas de toros, aconsejamos repasar sólo el pelo negro y sus variantes, pues los demás no importa que no se los conozca por su rareza y cuando dude si un toro es colorado o castaño, si dice esto último acertará en la mayoría de los casos. Tres son los pelos básicos de cuya combinación se forman todas las características y matices, el negro, el rojo y el blanco.