Justamente, el placer de torear es el que el artista aludido, en este caso Curro Díaz, incita a escribir. Hoy, el diestro de Linares ha dictado un hermosa lección en Valencia y, lo que es mejor, sin la burra tonta que matan las figuras; la corrida de Alcurrucén ha tenido mucha casta, una presentación fantástica, movilidad y, algunos de los toros, sin ser “hermanitas de la caridad” se han dejado, caso del segundo toro de Curro Díaz al que ha entendido a la perfección.
Mis respetos para todos los toreros del escalafón; todos, en mayor o menor medida, son dignos de admiración; eso sí, que un torero conmueva eso ya queda para los elegidos y, sin duda alguna, Curro Díaz lo es.
Curro Díaz ha dejado mucho toreo, mucha torería y muy buen gusto en Valencia
Ha sido en su segundo enemigo donde el diestro de Linares ha llevado a cabo la faena bella, la obra cincelada a golpes de corazón para deleite de cuantos han sabido disfrutar del manjar de su creatividad. Naturales al ralentí mientras movía la tela con esa parsimonia de los elegidos; derechazos sublimes meciendo la muleta a golpes de corazón; adornos arabescos y todo el clásico repertorio propio en las manos y sentidos de un artista.
Yo no pretendo que Curro Díaz sea figura; me conformo con que sea artista que, sin duda, es el mejor patrimonio de su persona. Quiero creer que, su propia libertad como creador taurino es la que le permitirá seguir creciendo en aras de su arte.
El diestro de Linares ha ganado ya muchas batallas; la más importante de todas ha sido que, justo con su bagaje de libertad, haber sabido alejarse de las corridas ilidiables para, con el toro boyante y de relativa bravura, como ha sucedido hoy, crear obras inolvidables.
Todo se lo pusieron difícil a Curro Díaz desde el primer día que se vistió de luces; el taurinismo quería hundirle en el ostracismo de las corridas para gladiadores; pero ha podido más la fuerza de su arte que todas las trabas que los empresarios querían imponerle.
Sinceramente, aunque nos cueste mucho creerlo, el arte puede con todo, Curro Díaz es el ejemplo de lo que digo. No andamos sobrados de artistas, razón por la que este diestro logra cautivarnos.
Hoy en Valencia ha sido el suceso; de haber estado la plaza llena sin duda alguna la petición hubiera sido para dos orejas. Esta faena, en Madrid, era de dos orejas, no me cabe la menor duda. Repito, faena creativa, bella, rotunda, plena de clasicismo y, como sabemos, lo clásico es inmortal.
Recordemos que, las orejas son despojos; lo que queda, como diría el inolvidable Antonio Bienvenida, es el arte, porque el arte no es otra cosa que lo que queda en nuestro corazón tras haber contemplado la obra.
Curro Díaz, que Dios te bendiga para que sigas creando obras inmortales para el regocijo de los que sabemos amar la gran causa del arte.