Hace pocas fechas, como es sabido, se otorgó el muy popular y admirado premio Planeta de las letras; aquel premio que creara el genial José Manuel Lara, un andaluz más listo que el hambre que, dejó su tierra para marcharse a Barcelona y, desde allí, crear la editorial más grande de este mundo. Los méritos, a este hombre, nadie se los puede negar. Primero, dejarse su tierra, a los suyos e inmigrar a tierras catalanas porque, como él confesara en vida, le habían dicho que, por Cataluña, estaba el progreso y, hasta allí llegó. Luego, para colmo, crear un negocio en el que, como se sabe, apenas nadie es capaz de leer ni las hojas dominicales y, José Manuel Lara, supo crear la editorial más carismática del mundo. Un andaluz del campo vendiendo libros por millones y, en un sitio donde apenas nadie lee nada. Tenía todo el mérito del mundo aquel hombre carismático y sencillo que, de su vida, hizo un modelo de lección para todos cuantos quisieran seguirle.
Lara editó miles de libros y, desde hace muchos años, se le ocurrió la idea de crear el que ahora es uno de los premios literarios más importantes del universo: EL PREMIO PLANETA. El galardón, como tal, me temo que merece todos los elogios habidos y por haber y, como todo evento creado por el hombre, sólo tiene un fallo que, además, me parece terrible. Resulta que, como es de dominio público, todos los años, días antes de fallarse el premio, todos sabemos el nombre del ganador; es curioso, pero ahí están los datos. ¿Hasta donde llega la credibilidad del premio Planeta? Esa es la gran pregunta que suele hacerse todo el mundo cuando, como explico, el día anterior al fallo, todo el mundo apunta a un ganador y, jamás fallan. ¿Qué pasa? ¿Es pura coincidencia? Si es así, resulta un tanto milagroso porque, cada año, como explico, ocurre lo mismo y, ya es mucha casualidad. Y, por supuesto, si un día antes ya nos dicen los medios de comunicación quien será el ganador, por supuesto que, meses antes, seguro que yo lo sabe todo el mundo, hasta el propio interesado, ¿verdad?
El actual director de Planeta, el editor Lara, hijo, puede hacer lo que le venga en gana puesto que, como explico, tiene en sus manos la editorial más importante del mundo, pero es poco aconsejable que, los rumores de los días que preceden a la entrega del premio, todo el mundo sepa o apunte hacia el ganador y, encima, como explico, que acierten. De este modo, a diario, suelo preguntarme con qué ánimo, los escritores noveles, acudirán a dicho certamen literario cuando, como explico, según nos hacen ver, todo está amasado de antemano. Pobres criaturas que mandan sus originales que, más tarde, Dios sabe donde irán a parar.
Posiblemente, el criterio para conceder el premio, a nivel literario, no dudo que sea el mejor. Bien es cierto que, muchos de los premios Planeta, honradamente, son infumables; sencillamente, porque de gustos está el mundo lleno y, quizás, lo que para el jurado sea hermoso, luego, de cara al lector, resulta un verdadero suplicio. Pero no quiero entrar en semejante diritambo. Allá cada cual. Me molesta y, me preocupa, obviamente, el escándalo. Es penoso que, como explico, días antes, los medios de comunicación, todos apunten al que será el ganador y, para colmo, acierten. ¿Será que, de nuevo, existen los milagros? Debe de ser así, porque, de otro modo, nadie medianamente sensato lograría entenderlo.
