Érase una vez…….en que, unos hombres despiadados, con grandes medios de difusión a su alcance, decidieron rentabilizar su trabajo y ganar más dinero que los propios toreros. La historia es la que sigue. Está terminando la temporada y, los toreros, algunos, preparan las maletas para irse a las américas. Ellos saben, desdichadamente, del poder de los medios informativos. Para los toreros, cuenta mucho lo que digan en tal o cual medio; máxime si éste tiene millones de lectores o televidentes. Por ello, los responsables de los medios informativos, desde hace muchos años, sabían el gran tesoro que tenían entre sus manos y el sueldo que podían ganar, era pura broma si lo comparamos con todo lo que, ilegalmente, podían llevarse de los toreros. Todo es cuestión de principios y, de éstos, como se sabe, estas gentes, carecen por completo. No importa si el que tiene que pagar tiene más o menos; sólo importa que, para ellos, los informadores, piensan que, la difusión que puedan hacer del “producto”, bien merece ese premio: es decir, cifras astronómicas que, trabajando de forma legal, ni por asomo hubieran soñado.
Suele ser ahora, al final de la temporada cuando se formalizan los “contratos” para el año próximo; algunos, hasta se firman en América. Hay que dejar atado todo, y bien atado. El término contable, ajustes por periodificación, nos podría dar la medida del asunto. Es decir, se ajustan precios por un período determinado. Yo engrandezco tus éxitos y, silencio tus fracasos; esa es la fórmula y, ante la magnitud del medio, lamentablemente, caen rendidos a los pies del informador, incluso toreros que han toreado ochenta tardes; son más, obviamente, de los que menos torean porque, claro, anhelan la gloria y, con tal de llegar a la misma, no les importan los medios.
Antes, cuando no había televisiones, el informador era el crítico del diario respectivo y, como tal, con mil duros era más que suficiente; claro que, mil duros eran cinco mil pesetas de la época, tampoco hay que olvidarlo. Ahora, todo ha cambiado; los medios de difusión, de forma concreta la televisión, llega a millones de televidentes y, la información que pueda darse, para bien o para mal, tiene su importancia; digamos que mucha importancia y, los responsables de los medios informativos, de forma concreta, del tema taurino, explotan el filón que tienen en sus manos y, como al parecer, ser honrado, en España, es un pecado, tiran por la calle de en medio y linchan a los toreros que, ilusionados, anhelan un mundo mejor y, pobres, no saben que su arma es de doble filo puesto que, algunos, al final de la temporada, no han podido pagar el “contrato” estipulado y, las cañas, se les han tornado lanzas.
Antes, cualquier chaval, soñaba con ser torero; ahora, si le preguntamos a un chico que haya terminado periodismo, con toda seguridad, sabedores de lo que se cuece, todos querrían ser informadores taurinos en televisión puesto que, es ahí donde está el filón. Sólo es cuestión de mirar la forma de vida que tienen estos personajes: el lujo, el despilfarro y la lapidación, son las constantes en sus quehaceres diarios y, como sabemos, un sueldo, por bueno que sea, no da para tanto lujo.
Al final, caen todos, nada es más cierto. Quien mal anda, mal acaba, dice uno de nuestros sabios refranes y, resulta ser verdad, aunque, mientras tanto, nadie puede reparar el daño que se ha hecho. Recordemos que, algunos toreros, incluso toreando cincuenta corridas de toros, los beneficios que han tenido por jugarse la vida, se los tienen que entregar, en bandeja de plata, a los informadores que, vestidos de señores, ejercen la delincuencia de guante blanco con el agravante de haber dejado en la miseria al hombre que, gallardamente, se ha jugado la vida.
Esta es la fábula del trincón y, cualquier parecido con la verdad, además de ser pura coincidencia, será la más dura realidad.