Las declaraciones del matador de toros francés Sebastián Castella al periódico ecuatoriano Hoy (edición del pasado 6 de diciembre durante la feria de Quito) nos deja perplejos.
Ahí nos explica que “…no me gusta la caza, no me gusta la pesca, no me gusta ver animales sufriendo. No me gusta un caballo o un perro dejado así porque ya no sirve, y que se va a morir. A mí, me da una pena tremenda, porque yo hasta lloro…”
No hay porque burlarse de su sensibilidad extrema aunque cuando su profesión (pues parece que no sea su vocación) es matador de toros, pues nos interrogamos, como el periodista ecuatoriano que le entrevistó:
“- Cuando te toca entrar a matar y no puedes, ¿cómo te sientes?
- SC: Yo voy a la plaza a torear, no a matar a un toro."
"- Pero te llaman matador...
- SC: Sí, obviamente, porque en los principios, solo se pegaban dos muletazos y se mataba. Ha evolucionado y los toreros no vamos a matar, sino a torear. La gente no quiere ver cómo matan a un toro, sino que quiere ver arte. Y hace parte dentro de ese arte la parte final, que es matar al toro.”Castella en Quito, foto extraida de la entrevista de 'hoy.com.ec'
Enigmático Castella que se presenta en nuestras plazas como matador de toros (menos en Quito, donde se presenta sin hipocresías) y se revela ser simple toreador (por no decir torero), adepto del toreo de salón público. Si en vez de torear novillos o toros bobos y amorfos (los “bovinos artísticos” según la definición de la Federación de Sociedades Taurinas de Francia) como lo hace con sus amigos del G10 en plazas americanas y europeas (menos Madrid, Sevilla, Bilbao y otras poquísimas plazas de 1ª), si en vez de torear toritos torearía toros bien presentados, encastados y con bravura, seguro que su sentimentalismo animalista y lacrimal lo dejaría de lado.
Enigmático Castella, que ni es profeta en su propio país. En Francia, Sebastián nunca fue taquillero como lo fue Nimeño II para citar a un torero francés, o lo es José Tomas o lo fueran El Juli y Ponce, aunque Castella sea el matador más importante y galardonado que tuvimos en Francia. Galardonado quizás, pero nunca provocará el mismo interés ni la misma pasión humana que teníamos por Nimeño II. Solo hay que ver como los taurinos y aficionados franceses han recordado y homenajeado de manera unánime los 20 años de la desaparición de Christian Montcouquiol Nimeño II.
Si antes veíamos como firma personal la peculiar manera de torear casi letárgica de Castella, ahora sentimos ausencia y distancia. Frente al torito, nos parece fuera del ruedo, sin consistencia, sin hablar ni al burel ni a los tendidos. Un toreo de la ausencia y de la distancia que nos desinteresa.
El de “los pelos largos y voz de niña” (como lo describió nuestro compañero mexicano Jaime Oaxaca), nos desconcierta. Sus declaraciones ya conocidas por los antis franceses, fueron para ellos bendición y milagro de navidad.
Así, la Federación de Lucha para la Abolición de las Corridas viene de enviarle un correo, esperando que Sebastián sea del combate de los antis contra la supuesta barbarie de las corridas, correo que dice: “No ignoráis que existen varios matadores que han reconocido la crueldad de las corridas y la denuncian ahora con determinación. Entre ellos, el célebre (sic) torero colombiano Álvaro Múnera, ahora honrado por los defensores de la ética y despreciado por los que no han tolerado la grandeza de su gesto”.
¿Y ahora qué? ¿Qué responderá a estos antis y, más importante, a la afición, el enigmático Monsieur Sébastien Castella, alias “matador de toros”? ¿Estás con ellos, o con nosotros?