En recientes espectáculos taurinos que hemos visto de manera presencial o a través del internet, detallamos situaciones que para unos son novedosas y para otros reviven lo que los toreros de antaño realizaban en sus actuaciones.
Vale decir: Los quites después del segundo puyazo, el cubrimiento del primer tercio a cargo del propio matador tal como lo hizo el 4 de septiembre David Mora (es ocasional pero emotivo), la intervención al alimón tan vistosa e impactante para el aficionado, la invitación que hace el torero-banderillero a su colega o colegas para cubrir el segundo tercio, las suertes capoteras como “La Lopecina” que nunca mas se volvió a ver en manos de su inventor, etc., etc., etc.
Traemos a colación el comentario, porque viendo una fiesta tan disminuida como la que tenemos actualmente, es el momento de echar mano nuevamente de todos estos recursos válidos para sacarla a flote.
En el festival conmemorativo a los 25 años de alternativa de Héctor Jiménez, torero nacional, vimos esos detalles que enamoran y se agradecen por parte de los aficionados que están ávidos de volver a ver el verdadero espectáculo de la tauromaquia. Sebastián Vargas invitando a dos de los mas reconocidos subalternos colombianos y grandes ejecutores con las banderillas, Ricardo Santana y Wilson Chaparro a colocar los palos y posteriormente en el último ejemplar, maestro y alumno, Jairo Antonio Castro y Juan Solanilla, toreando al alimón. La verdad, fueron momentos de enorme emoción para quienes hacía mucho tiempo no veían estos planteamientos en un ruedo y ocasión novedosa para las nuevas generaciones que no sabían que estos recursos se podían poner en práctica.
Se recuerda hace años al finado Pepe Cáceres en La Plaza de Toros de Santamaría de Bogotá en una de sus temporadas, subiéndose al caballo de picar para ejecutar él mismo la suerte tal como aconteció con David Mora el pasado 4 de septiembre en Aranjuez que picó, toreó e indultó un toro de “Alcurrucén” en corrida goyesca.
La afición tanto antigua como de las nuevas generaciones, están reclamando a gritos que los toreros justifiquen sus contrataciones con un verdadero espectáculo que colme las expectativas y no salgan como muchos que se hacen llamar “figuras” a pegar pases insulsos y a cobrar enormes cantidades de dinero.
¡Que falta hacen esos toreros de épocas pretéritas!, con notables y sobresalientes calidades artísticas, recursivos en el momento que se necesitaba, comprometidos con los aficionados que los veían como sus verdaderos ídolos y consecuentes facilitadores para su contratación.
Hay excepciones lógicamente, pero en manos de los propios toreros, está la responsabilidad de ver nuevamente las plazas llenas, si se reviven suertes y si hay mas exposición y menos exigencias.