Cada vez que se otorga una alternativa se abre un margen a la esperanza de que un nuevo doctor en tauromaquia venga a refrescar la baraja taurina y le apriete a alguno que otro torero añejo que haya aflojado el paso.
De los nuevos matadores seguro habrá alguien capaz de espabilar a las figuras, tan escasas en México, que se han mantenido en la cima del escalafón mayor por lo menos los últimos veinte años y que por supuesto se encuentran al borde del retiro, desde luego que no son eternas, tienen un límite.
Obviamente las nuevas generaciones tendrán que apretar el paso. En lo que resta del mes de octubre y a lo largo del próximo, serán varias las alternativas que se otorguen en el país azteca a novilleros destacados, creo que es mejor decir, a los que torean más, a los que supuestamente están listos para dar el salto hacia la fila de los matadores. Cada uno tendrá que abrirse el camino, buscar los huecos y crear espacios por donde colarse para llegar a la cumbre del toreo.
Ninguno de los nuevos la tiene fácil. Les será complicado derrocar a los grandes, sobretodo a aquellos a los que cuando se les aprieta parecen volver a la juventud y les afloran las ganas de ser, como cuando novilleros.
Pero tampoco se trata de alternativar a cualquiera. Se trata de no sólo cumplir con los reglamentos para tomarla o no, sino de haber demostrado en el ruedo las capacidades y virtudes lidiadoras delante del toro.
Las nuevas generaciones nos hacen abrigar esperanzas. Aún así pienso que de las próximas alternativas a otorgar, pocas son las que reúnen el buen nivel, momento y madurez de los diestros. No hay que precipitarse. La mayoría de estos novilleros son muy jóvenes y tienen tiempo para depurar su técnica y llegar al punto exacto en que puedan tomar con mayor fuerza el doctorado y no tengan que aprender cosas básicas delante de un toro de cuatro años. En fin, eso es cosa de la administración de cada uno y ojalá que el camino que han decidido tomar sea el correcto.