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Bartolomé Puiggrós  
  Perú [ 18/01/2011 ]  
LA TÉCNICA DEL TOREO

La palabra torear, consagrada por el uso, tiene un significado preciso, luchar con un toro. Desde los principios del toreo se dieron reglas, preceptos para torear y el primero fue: ”cuando llega el toro, o te quitas tu o te quita el toro”. Cuando el problema no está en apartarse del toro, sino en apartarlo de si, desviando voluntariamente la trayectoria de su embestida. Ya en 1750 don Eugenio García Barañaga dicta unas “Reglas para torear a pie”. Y después varias grandes figuras de la tauromaquia se han preocupado por dar reglas para torear. Uno de los primeros que ofrecen Preceptos es Pedro Romero cuando enseña en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla en 1830 que dice:

1) El cobarde no es hombre y para el toreo se necesitan hombres

2) Mas cogidas dan el miedo que los toros

3) La honra de un matador esta en no huir, ni correr jamás delante del toro teniendo muleta y espada en la mano

4) El espada no debe saltar la barrera después de presentarse al toro, porque esto ya es un caso vergonzoso

5) Arrimarse bien y esperar tranquilamente la cabezada, que el toro ciega al embestir y con un nada se evita el derrote

6) El torero no debe de contar con sus pies, sino con sus manos y en la cara de los toros debe matar o morir, antes de volver la espalda o achicarse

7) Parar los pies y dejarse coger, este es el modo que los toros se consientan y descubran bien para matarlos

8) Más se hace en la plaza con una arroba de valor y una libra de inteligencia que al revés.

Después Paquiro, Pepe Hillo y Guerrita dictan tauromaquias en las que dan diversos preceptos para torear. Algunos los incumplen como es el caso de Pepe Hillo, quien muere en una plaza a consecuencia de una cornada. Y no solamente toreros han dado reglas para torear, sino también escritores famosos como Corrochano, quien analiza qué es torear, aunque sin entrar en el detalle del análisis técnico.

La definición mejor de torear es esta: “Torear es básicamente aprovechar la acometividad del toro, para llevarle a donde se quiera, reducir su fuerza, dominar su instinto de defensa y simultáneamente crear un efecto de belleza”. Torear no es únicamente dar unos pases, sino escogerlos y ligarlos en función de lo que cada toro pide, es dar los pases precisos para preparar al toro para la muerte, o sea para la suerte suprema, la estocada que es el fin de la lidia. Toda la verdad y grandeza del arte del toreo está en la estrecha relación que se establece entre el instinto del animal y la voluntad humana de dominarlo.

La embestida es la única iniciativa del animal que permite al torero cultivar su arte. Aquí interviene una noción capital, la longitud o recorrido de la acometividad. Esta se mide desde el cite, que es la llamada que la provoca, al derrote, momento en el cual el toro levanta la cabeza para intentar coger el engaño que ha dejado de moverse delante de él. Cuanto mas larga sea esa embestida, mas fácilmente puede el torero conservar su sitio para ejecutar el siguiente pase y por lo tanto, empezarlo y terminarlo bien. La longitud óptima de la embestida, el recorrido del toro, depende del temperamento con que el toro persiga la tela, pero también de la destreza con que el hombre desplaza el engaño que persigue el burel.

El toro contrariamente a una opinión muy extendida, no se siente provocado por la visión de un color, la prueba es que puede ser toreado igual con una gabardina o una toalla, sino que embiste lo que se mueve.

Un punto esencial en el torero es orientar la embestida del toro sobre un eje apartado a priori del cuerpo del lidiador, es este un problema táctico cuya solución reposa enteramente sobre un instinto característico del animal. El toro embiste sobre aquello que se mueve e infaliblemente en la dirección del desplazamiento del objeto, de forma que consiga alcanzarlo en el camino. El arte del hombre consiste pues en atraer al toro hacia un punto por el cual el torero no ha de salir. Para ello basta un ligero desplazamiento en ese sentido, desplazamiento que no ha de proseguirse una vez que el animal se haya arrancado con toda su fuerza.

Por esa razón los toreros recomiendan ir siempre al pitón contrario ya que es el opuesto al lado del toro por donde se verifica la aproximación. También esa es la razón por la que el torero se cuida siempre de no perder terreno, es decir después de cada pase, de avanzar ligeramente para mantener al animal en su ilusión. En cambio el menor retroceso ya sea debido a la indecisión o al miedo indica al animal la salida del hombre y tiene por efecto inmediato atraer a la res  sobre el cuerpo del lidiador y cuan mas retroceda el hombre para escapar del toro, mas cortará este la retirada, así pues vacilar es ponerse en peligro al echarse el toro encima.

 
   
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