En la madrugada del día de ayer, 3 de octubre del 2004, Juan Santos, entregaba su alma a Dios. ¿Quién era Juan Santos? Sencillamente, un aficionado cabal, un hombre singular y, ante todo, un amigo entrañable. Hoy, los que tanto le quisimos, lloramos su pérdida como algo nuestro; no podía ser de otro modo. En Madrid, concretamente en tierras de Colmenar Viejo, ha quedado un vacío irreparable tras su marcha a un mundo mejor.
Durante 30 años me he jactado de la amistad de este hombre increíble que, por mi persona, sentía devoción; tanto como yo por la suya. Nuestro contacto era permanente; nos unía una afición desmedida por nuestra singular fiesta de los toros. Pero nuestro afecto era más, mucho más que todo eso. Me enorgullece confesar que, gracias a Juan Santos pude conocer a personajes entrañables de la fiesta, así como, a su vez, saborear el dulce manjar de su amistad. Juan, que podía ser mi padre, cada vez que me llamaba, me otorgaba el inmerecido título de maestro y, sus palabras, cada día, llegaban a emocionarme. Es cierto que, Juan Santos, respecto a mi persona, se ha muerto sin poder ver cumplido el sueño que siempre anhelaba: que yo le tuteara. No pudo ser porque, el respeto que siempre le tuve, obviamente, me impedía no darle a este hombre el título de señor que honradamente se había ganado.
Podría citar innumerables vivencias o anécdotas con este hombre genial; entre ellas, la pasada semana, le comentaba yo de nuestra nueva Web taurina y, Juan, expectante como siempre, me pedía que le mandara los datos para, con sus nietos, poder visualizar nuestra página taurina. Mi sorpresa, para Juan Santos y al respecto de nuestra página taurina, era la entrevista que habíamos mantenido para ser publicada en estos días y, el destino, como se ha comprobado, no ha querido que Juan viera publicada nuestra conversación abierta, para los lectores de www.opinionytoros.com
Hace apenas ocho días, uno de mis hijos, por motivos profesionales, visitó Colmenar Viejo y, Juan Santos, al enterarse, no dudó un solo instante en acercarse al hotel para saludarle y, trasmitirle, a mi hijo, todo el cariño que por mí sentía. Esa misma noche, como no podía ser de otro modo, nos hablamos; me llamó Juan para trasmitirme todo el cariño que había sentido por mi hijo y, ante todo, habíamos convenido en vernos muy pronto puesto que, una de sus hijas, Luisa, que vive en Murcia, sería la excusa para juntarnos de nuevo.
El destino, una vez más, ha truncado nuestras ilusiones pero, por encima de todo, su esposa e hijos, saben del cariño que ambos nos profesábamos, precisamente, el que ahora quiero trasmitir para todos sus familiares y, ante todo, para todos cuantos le quisimos, capitaneados todos, sin lugar a dudas, por Gregorio Tébar El Inclusero, el gran torero alicantino que tantos años vivió junto a Juan Santos.
Hoy, nuestra página está de luto. Hemos perdido a un gran amigo que, como explico, entre otras cosas, tuvo la gentileza de hablar de toros con nosotros para, sin lugar a dudas, engrandecer nuestra página, entrevista que, a título póstumo, publicaremos en breve. Que Dios le tenga en la gloria, queridísimo Juan Santos Colmenarejo.
