« ¿Es posible que España empuja en ti un poco su cornada? » Dice una canción francesa. Sin duda, desde el día en que Juan de Bernuy, español y afortunado gracia al pastel, organiza durante el siglo XV, un combate de toros en su palacete de Toulouse.
Desde entonces, el pavimento de Toulouse va resonar de las pesuñas de las fieras, tendidos van elevarse poco a poco en los barrios de la « ciudad rosa », figuras van empujarse en la que llaman « la Sevilla Francesa », la primera afición francesa seria la de Toulouse y se organiza aquí mas corridas que en los anfiteatros de Nîmes y Arles.
Los toros de las mas importantes ganaderías van a pegar contra los burladeros ornados de la cruz de Occitania de la plaza « du Soleil d’Or », florón de la arquitectura taurina, vanagloriase de instalaciones las mas modernas de la época.
De 1953 hasta 1976, Ordóñez, Puerta, Dominguin, el Cordobés, Nimeño II… han levantado el afición de Toulouse, hasta el funesto día de su demolición, después casi 15 años de descuido.
Para describir esa historia rica de algunos siglos de pasión: dos mujeres.
Al momento en que vuelven las corridas a las puertas de Toulouse, han encontrado la llave del toril de la plaza « du Soleil d’Or » para que de nuevo se instalen los aficionados en los tendidos de la memoria, a la cinco de la tarde.
Exponiendo billetes, programas, carteles y tesoros bibliófilos, se pregunta porque han dejado al abandono, el recinto de tantos momentos fuertes.
Por suerte, algunos aficionados han guardado todo, come se guarda el ramillete de novia, en recuerdo de instantes no del todo como los otros.