Ocurre que ya pasada la euforia cejista, y después de la muy penosa comparecencia del señor Cejas el sábado 5 de junio en Las Ventas, la gente que le seguía ha comenzado a reaccionar inmersa en una mar de decepción.
Sin embargo, lo que ha hecho el señor Cejas ha sido justamente lo que sus posibilidades le han permitido, y eso ya lo había mostrado aquí en la geografía taurina nacional, y fundamentalmente, en la Monumental Plaza de Toros México, sólo que sus actuaciones tuvieron el aderezo bullanguero, jocoso, pachanguero de los rodillazos, el toreo de graderías, y la insistente interpretación musical de Pelea de gallos, así la sensiblería llegaba a su máxima expresión.

Hace falta mucho más que la edificante ayuda divina
Ahí quedó el resultado de su última comparecencia en La México, del que no se quiso reflexionar… dos orejas ante un toro extraordinario; silencio tras enfrentar a un burel que había que poderle y una vez dominado extraerle la gran faena… no pudo; y pitos, con un magnífico ejemplar en el que vimos un gran quite por saltilleras, y luego los famosos rodillazos fuera de cacho para quedar a merced del astado y por poco llevarse una gran cornada -lo que por fortuna no ocurrió- tras incorporarse ya no pudo remontar.
Sí, así quedó resumida su última actuación en el coso titular de México: Dos orejas, silencio y pitos.
Lo anterior no auguraba nada bueno, y mucho menos, si los falsos elogios no se hicieron a un lado y no se visitó de inmediato a la edificante autocrítica.
En mi artículo “El señor Cejas está triste…”, señalé que sin los elementos mencionados arriba (rodillazos, toreo para las graderías y Pelea de gallos) que tanto le han ayudado, quedaba un señor Cejas, en España, y sobre todo en Madrid, en la absoluta indefensión, con una técnica deficiente, sin sentido del toreo ni intuición para saber qué lidia tiene cada toro que enfrente, y por supuesto, para conseguir una sólida estructura en sus faenas.
Así le hemos visto que al toro bueno se pasa ahogándolo, en medio de faenas encimistas, ausentes de calidad; mientras que al toro malo y peligroso intenta extraerle faenas como si se tratara de un gran toro, y por ello, lamentablemente, se ha llevado sendas cornadas.
¿Es culpa del señor Cejas?
No.
Es su nivel máximo de competencia que ha quedado rebasado hace años, y en México impactó en un momento que parecía no ocurría nada.
Sí, es valiente, pero el valor, la entrega y la afición, son elementos fundamentales de TODO torero, y elogiar sólo el valor, creo que debe ser muy triste para un torero que no puede mostrar algo más, para tascender.
De novillero ya estuvo en España participando en cerca de medio centenar de festejos, bajo el cobijo y tutela de Antonio Corbacho, y si en ese momento no asimiló la técnica para no andar a la deriva, esto no iba a suceder en tres meses.
Su horizonte se ha tornado en este momento oscuro, teniendo en cuenta sus lamentables comparecencias en la Monumental Plaza de Las Ventas de Madrid.
Mi dilecto amigo Antonio Lorca en el prestigioso diario El País de España, señaló tras la confirmación del señor Cejas en Las Ventas:
"Pues que no se engañe Arturo Macías. Es torero muy limitado, no conoce la técnica y se coloca mal; torpe y con pocas ideas, estuvo a merced de sus dos toros y no dio un muletazo que mereciera la pena. No acabó en la enfermería de purito milagro y su nota final es muy deficiente. ¡Viva Aguascalientes!, de donde es natural, le gritaban sus compatriotas. Que viva, pero mucho tiene que mejorar Macías para ser tenido en cuenta entre la torería andante de este país”.
Lamentablemente para el señor Cejas, no ocurrió así, es más en lugar de mejorar, retrocedió; el conocedor público venteño sólo le exigió se pusiera a torear, se olvidara de todas las frivolidades que le acompañaban, y lo que pudo hacer, ahora ya es una penosa historia guardada en el archivo del olvido.