Ha sido lamentable que nuevamente la Feria de Texcoco haya llegado a un nivel tan empequeñecido, tan intrascendente, tan insignificante, por la irresponsabilidad de una mal entendida organización.
Claro que no decimos nada del empresario, quien acabo es el que dirige los destinos del coso texcocano, porque llega a ser tan desquiciante su molestia, su enfado, que da por retar a golpes a quienes damos un punto de vista diferente al que él posee, muy a pesar de que uno tenga sustento en los argumentos, y a él no le asista la razón en nada.
Bueno, así es la vida y… ¿qué le vamos hacer?
Se puede intentar engañar a todos, pero nunca se podrá engañar a uno mismo, de lo contrario vivirá en la ignominia toda su existencia.
No obstante, lo que se ve no se juzga.
¿Cómo poder justificar las malas entradas? ¿Cómo poder justificar los pequeñajos que aparecieron? ¿Cómo poder justificar el ganado manso y descastado teniendo antecedentes de las ganaderías a lidiarse?

Una feria menoscabada
Habrá quizá algún encierro que se salve, pero una mariposa no hace primavera.
Hubo alguien que me dijo, que el empresario no perdía porque rentaba la plaza para otros espectáculos, y rentaba un par de fechas a otros empresarios.
De ser cierto lo anterior, no quita el lamentable fracaso taurino por el que nuevamente ha transitado la Feria de Texcoco. Ahí están las fotografías, y las grabaciones que muestran la irrebatible verdad, que lleva a la conmiseración de un espectáculo menoscabado.
La gente pensante no cree en las justificaciones ni en las reacciones pandilleriles ni pueriles, entiende de los fracasos, de las grandes decisiones, porque conoce perfectamente de la autocrítica para mejorar y trascender.
Y eso esperamos que ocurra.
Sí, que las autoridades visiten la edificante autocrítica, y cuando se vuelva a conceder el manejo de la plaza de Texcoco, para buscar en la realidad inmediata y de manera urgente, la reivindicación de un espectáculo taurino que fue orgullo no sólo de los mexiquenses, sino de los aficionados de toda la República, se toma la decisión correcta.
La decisión que ayude a devolver la grandeza perdida a la Feria de Texcoco.
Para ello se requiere de un empresario con visión, abierto a todas las opiniones, que entienda de la sensibilidad de todos los toreros, que conozca de ganaderías y sus encastes, pero fundamentalmente, que la honorabilidad sea su carta de presentación.
Todo esto siempre bajo la premisa:
El toro auténtico para el torero de verdad.
Así, la Feria de Texcoco recobrará su esplendor y volverá a brillar por cobijar en su coso... una Fiesta de grandeza.