Ya es conocida la noticia. Los Lozano, Toresma 2, no continuarán al frente de la gestión de la plaza de Las Ventas de Madrid la próxima temporada. Para muchos ha sido el día soñado, una liberación comparable con la salida de un partido del gobierno. Para todos, una buena noticia.
   Es buena noticia que nadie se perpetúe en ningún sitio más allá de lo razonable. Podían haber prorrogado su contrato y no han querido hacerlo. ¿Hartos ya?. ¿Hartos de mandar?. ¿Hartos de estar ricos?. Hartos de estar hartos, diría yo. Sea como fuere, no estarán al frente de la plaza más importante del mundo la próxima temporada.
   La afición en general y el público en particular, salen ganando. No es fácil que nadie renuncie al poder que puede seguir ejerciendo, pero es más cierto, aún, que no se pueden estar quince años adquiriendo cuantos vicios le son propios al poder. Cualquier tarea, tendría que estar restringida por el tiempo. Nadie puede aportar ilusión, proyectos, ideas durante excesivos años. Sin embargo, sí es posible adocenarse, enrocarse y, hasta incluso, empecinarse en mantener determinados criterios durante la gestión. En suma, es preferible limitar cualquier mandato.
   Los aficionados venían reclamando esta salida desde años; quizás los mismos que hubieran hecho bueno su mandato y gestión. La mitad del tiempo utilizado fue para hacer cosas, bien o mal pero cosas, y la otra mitad, para, sabedores de su poder, mantener un pulso con los aficionados que representan los criterios no interesados del espectáculo de la Fiesta. Esta parte, se suele olvidar con excesiva frecuencia. Los aficionados no tienen intereses materiales en sus exposiciones y críticas y es por ello que son más creíbles que los de quienes profesionalmente hacen de ello su negocio. Legítimo, pero negocio.  
   Ahora, queda un concurso, un pliego, una designación a dedo o un sorteo, o lo que les de la gana. La Comunidad de Madrid tiene que mover ficha. Establecer unas condiciones para dirigir los próximos años Las Ventas. Lo primero que se nos ocurre es cuanto hemos dicho antes: limitar los años de gestión. Nunca más de ocho en total. Dos periodos máximos de cuatro años son más que suficientes para que cualquiera pueda desarrollar sus ideas. Un primer periodo para tener la oportunidad de exponer su forma de gestión y otro, a lo sumo, para consolidar y premiar a quien lo haya hecho adecuadamente. A partir de ahí, de nuevo a empezar. Renovar cada mandato es perpetuarse en cualquier posible modo de apaño o conformismo.
   Por supuesto, que lo importante es que las líneas y objetivos de la gestión no pueden ser otras que mantener el prestigio de la primera plaza del mundo. Sin reservas ni ambigüedades. Como son los objetivos de www.opinionytoros.com : toro íntegro y toreo auténtico, así deben ser las aspiraciones exigibles a los nuevos empresarios. Todo lo que se aparte de este camino, no merecerá el apoyo del aficionado. Tal como está la Fiesta y la cantidad de enemigos que tiene, es momento de darle la máxima autenticidad para poder mantener su historia tricentenaria y el prestigio que en estos siglos pasados se ganó justamente.
   Ese es el caballo de batalla. Hacer auténtico y verdad, lo que de verdad y auténtico tiene esta Fiesta. Con esos valores no es difícil ser un espectáculo inigualable. Con el medio toro y el cuarto y mitad de torero, no se llega a ninguna parte. Al menos, que esta plaza mantenga la bandera que tienen que representar los Toros, la Fiesta española por antonomasia.
   Señores políticos no escondan la cabeza debajo del ala. Las Ventas y la Fiesta necesitan de pasos de firmeza que coloquen en su lugar a quienes se pasan el día atacándola. Un toro íntegro y un torero auténtico, tapan las bocas de tantos bocazas. Apostamos para la nueva gestión, no por nombres, sino por una empresa seria y comprometida para Madrid, que busque lo que de la Fiesta es su esencia, con ello ayudará a mantenerla. Lo contrario, será ir alquilando las plazas para los partidos de tenis; que por cierto, las llenan y las visten de fiesta y de color; como antes eran las corridas de toros. Tomen nota, que en Madrid caben, seguramente, dos pistas.