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TELEVISIÓN ESPAÑOLA, ¿A QUÉ JUEGA? |
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No paran de darnos noticias “a favor” de la Fiesta. Primero se nos hacen antitaurinos en la ciudad de Barcelona; después llega Llamazares y dice que las corridas deberían televisarse de noche para que no las vean los niños. Y ahora, Televisión Española, la televisión de todos, ¿de todos? ¿qué todos?, se nos descuelga con que no solo de día, ni de noche tampoco, que no tiene presupuesto para televisar las corridas que son habituales en el verano español. No es extraño. Nada nos puede extrañar si quien dirige los destinos del País, ese que se llama España, -no sabemos por cuanto tiempo- vive en una Cataluña independiente y radical con cuanto huela a español. Sus votos, un puñado los que tiene ERC, se erigen de forma constante y continuada en el árbitro que dirime cuanto ha de suceder en la vida española. Nos queda Francia y América, donde no creo que el Sr. Pérez “Carod Rovira” para su causa, pueda influir mucho. La “tele”, en manos ahora de ¡oh casualidad! una catalana, nos catalaniza también la programación. ¿Los toros?: no hay presupuesto. Lógico, hay que compensar los apoyos de esa Cataluña independiente y de ese Llamazares complacido con el rol que ahora desempeña. No es nada, o casi nada a nivel de votos, pero el suyo tiene mucho peso a la hora de la política nacional. La Fiesta Española, se queda en un recuerdo de cuando televisión hizo su primera prueba televisando, precisamente, una corrida de toros. Eran otros tiempos. ¿Qué harían en aquella época Cafarell, Carod, Llamazares y Zapatero?. Ni lo se ni me importa, pero la Fiesta representaba algo importante para los españoles. No es que disfrute de sus mejores días, y bien que lo denunciamos, pero lo que no necesita es esta colección de “puntilleros” que han hecho de esta posición una bandera reivindicativa contra lo que no quieren de España. No se conforman con tener aspiraciones, aunque sean en muchos casos utópicas e, incluso, puros disparates, sino que disfrutan más con “machacar” cuanto creen que hace daño a su “enemigo” natural: España. Desde las tribunas donde escribimos, tenemos que tener muy claras las cosas. No se trata de ser de izquierdas o de derechas, sino español y aficionado a los toros. Recuerdo cuando un amigo me decía, al hilo de entrar en Europa que “me parece bien si son ellos los que nos imitan en los cocidos, las paellas, el gazpacho o los toros; si es para copiar lo que hacen ellos, no me interesa”. Quien esto decía, amigo y matador de toros, no se pronunciaba sobre su postura ante una imposición desde el interior de nuestra geografía. Ni yo tampoco. Era, por inaceptable, difícil de imaginar. Televisión se apunta a este carro que parece llevar ruedas. Todo huele a lo mismo y, lo peor, es que desde la oficialidad de España, el Gobierno, nadie se da por aludido. Es decir, que les importa un pimiento. Pues a mí no. Beligerante por cuanto no se hace bien desde dentro de la Fiesta, la defiendo a ultranza y sensatamente desde fuera. La televisión española es de todos. De verdad, no de boquilla. La pagamos todos nosotros, con los impuestos que en cada lugar se nos cobra y mientras haya aficionados y teleespectadores, que los hay, tenemos derecho a las retransmisiones. Pueden pasarnos documentales de ballenas o de pingüinos; defender el lobo ibérico o el águila imperial, pero mientras no defiendan el toro bravo y el espectáculo y el arte que con él se da, seremos rehenes de los “puntilleros”. Profesión que está de moda. Y para la que no hace falta ninguna ley de educación. Ni la de los unos ni la de los otros. Haría falta, solamente, educación. Una educación española para quien dirige la Televisión de todos los españoles.
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