La magia de Curro Díaz embrujó en el día de ayer a todos los aficionados de Ubrique y, a su vez, a todos los aledaños de España en los que, gracias a la TV pudimos extasiarnos con su arte. Era, sin duda que nos quepa, la gran faena del diestro linarense; si acaso, su última gran lección en la temporada que agoniza; faena cumbre que nos hizo creer nuevamente en el maravilloso espectáculo de los toros que, cuando surge el arte, las convicciones de cada aficionado son la medicina del alma para todos los soñadores de esta causa artística por la que, como se sabe, en ocasiones, hasta perdemos el sueño por lo que tantas veces creemos como inalcanzable. Claro que, lo que no queremos recordar es que, para nuestra dicha, nos queda Curro Díaz, el torero que nos hace soñar, vivir, sentir y seguir esperanzados por la noble causa del arte.

Foto de archivo de Juan Pelegrín

Hasta nos cayeron las lágrimas cuando Curro Díaz mecía su muleta frente a la cara del noble toro que, inevitablemente, quiso ser su más fiel colaborador; toro y torero, a dúo, formaron un binomio perfecto. De haber estado junto a nosotros el maestro Joaquín Vidal, con toda seguridad, una vez más hubiera expresado su frase más bella: “NUNCA EL TOREO FUE TAN BELLO” Y era cierto; vemos frente a la cara del toro a innumerables toreros; algunos, hasta se dejan la piel, la vida si en el empeño hace falta; sin embargo, cuando aparece en escena Curro Díaz, de repente, tenemos una cita con el arte. De ahí que, lógicamente, nunca el toreo fue tan bello como en las manos de Curro Díaz. Derechazos y naturales, al unísono, alcanzaron la categoría de obra sublime; sus ayudados por bajo, trincherillas y todo el elenco artístico, en las manos de este artista, todo se tornó bellísimo. Entre otras de sus muchas virtudes, Curro Díaz, además parecer torero, lo es por completo. No cabe mayor gloria en las manos y sentidos de un torero. Sonreía Curro Díaz al finalizar cada serie; era lógico puesto que, su sonrisa, la que brotaba del fondo de su corazón no era otra cosa que, el legado de su obra que, sabedor de cuanto hacía y sentía, embriagaba a cuantos le estaban viendo; faena rotunda, clase memorable, obra casi perfecta, sueño hecho realidad y disfrute para el alma.

Todos los sinsabores del toreo, todos, sin distinción, serán eclipsados por la magia de este hombre que, soñador y artista, consciente del puesto que representa en la torería, es capaz de dejarse la vida en aras de su arte. Curro Díaz, pese a todos los empresarios torpes que no han sabido confeccionar los carteles adecuados, seguirá cautivando a cuantos le admiramos que, a Dios gracias, somos ya legión por todo el mundo. Como quiera que, el arte, ante todo, sea una satisfacción del alma, en la persona y obra de Curro Díaz, el axioma toma una fuerza desmesurada. Podrán ningunearle cuantas veces quieran, nada es más cierto; pero nadie le podrá arrebatar su sentido creativo, su magia y su arte; Curro Díaz, desde el primer día, obtuvo el respaldo de Madrid y, con dicho pasaporte podrá pasearse por el mundo puesto que, lleva inscrito en el mismo el certificado de ARTISTA.

Curro Díaz, inspirador de dibujantes

Mis respetos para cuantos se juegan la vida frente a un toro, nada es más cierto; pero mi más apasionada admiración hacia un hombre como Curro Díaz que, entre el juego de la vida con la muerte, es capaz de crear obras bellas para la tauromaquia eterna. Ayer, como digo, en un pueblín gaditano, pero con las cámaras televisivas como testigo irreversible, el diestro de Linares enseñó su más bella lección. Todavía quedan artistas, sentenciaba el maestro Ruiz Miguel en calidad de comentarista de dicho festejo y, le asistía toda la razón; era Curro Díaz que, embriagado de su propia creación sostenía los pilares del arte para grandeza de esta fiesta única y maravillosa. Gracias a su obra, Curro Díaz nos mantiene esperanzados de cara a la próxima temporada; nos regaló el sentimiento de la ilusión y, dicho hacer, jamás podremos pagárselo. ¿Cómo puede haber insensatos que quieran que muera una fiesta que se sostiene por artistas de la talla de Curro Díaz? El arte, en la faceta que fuere, no puede morir jamás y, mucho menos el arte que se practica frente a un toro que, como primera inquietud, por parte del diestro, no es otra que saber que te estás jugando la vida y, acto seguido, vencida dicha dificultad, expandir tu corazón hacia la ventana del arte mediante el delirio de la creatividad constante con capote y muleta. ¿Quién es Curro Díaz? Un soñador que, al despertar, como podemos ver, nos muestra su obra más bella. Ayer, en Ubrique, tuvo lugar cuanto aquí decimos. Pero no hablamos de lo que pudiéramos conocer como la llamada “flor de un día” cuando un torero tiene un tarde redonda; lo de Curro Díaz alcanza mucho más allá puesto que, en la presente temporada, además de Madrid, Barcelona, Sevilla y otras plazas de gran nivel, ha sido cuando Curro Díaz ha logrado sus triunfos más incontestables. Ahí están los datos. Claro que, sería tarea baladí la nuestra si quisiéramos comparar el arte con las cifras y estadísticas. ¿Acaso el arte se cuantifica con números? El arte sólo llega hasta donde tiene que llegar, al corazón de los aficionados para que estos sientan en el momento justo en que el artista está creando. Tú eres, Curro Díaz, la gran causa del arte, si señor.