Recientemente he tenido que vivir un capítulo protagonizado por una mujer cerquita de mi vida que, me ha dejado sin sangre en las venas. Me ha dolido en el alma todo lo que le ha ocurrido, aunque no me ha sorprendido en lo más mínimo; yo sé, claro, de las corrupciones del periodismo. ¡ Cómo no voy a saberlo, Dios mío¡
Ella, mi amiga del alma, conocedora del fondo y la forma del periodismo, culta hasta los límites de lo increíble, sagaz, auténtica, reveladora en todas y cada una de sus acciones, ha tenido que abandonar en su lucha. Tras varios años de ilusiones, de trabajos esporádicos, al final, para lograr vivir con dignidad del periodismo, tenía que follar con su jefe puesto que, de lo contrario, no había contrato. ¡ Y no hubo contrato¡
El caso de esta mujer, como el de otras tantas que, su cuerpo inmaculado no se lo entregan al primer cerdo que pase por la calle, al final, tienen que pagar un precio altísimo. Dicen que, la mujer, ante tanta tropelía, ha comenzado a defenderse y, como estamos viendo a diario, muchas mujeres no dudan en asesinar a muchos hombres por sus malas acciones, bien sean maritales o por cuestiones profesionales. ¡ Crímenes cometidos con justicia, sí señor¡
Todavía se matan pocos puesto que, mi amiga, en un ataque de valor, debería de haberle dado su merecido al cobarde que, creyéndose guapo, quería follarla y, de ese modo, tenerla sometida de por vida. Esto que cuento pasa en el periodismo taurino y, en todo los ámbitos del periodismo. O transiges o té quedas en casa; es la decisión que te ponen. Tú eliges. Ella, mi amiga querida no quiso transigir. Cuanto menos, aunque se muera de hambre, le habrá quedado el gusto por dejarse a su presunto “violador” con un palmo de narices y, aunque fuera en silencio, que masticara su fracaso.
Mi amiga no ha querido que diera los nombres ni de ella ni del presunto violador pero, ante todo, me queda el regusto de saber la verdad; verdad que, un día, sin que nadie lo espere, lo contaremos para todos los lectores del mundo y, sin que el “guapo” de turno se entere, lo contaremos para que se enteren todos de qué clase de personaje aparece en la televisión “dictando lecciones”.
Reponte de esa afonía, querido Alfonso Navalón que, el tema a que me refiero lo conoces mejor que nadie y, nuestros lectores tienen derecho a saber de las miserias de la fiesta que, llena de corruptos, de violadores y de machos por aquello del puesto que ocupan, a todos ellos les daremos su merecido.
Este guaperas al que aludo, si tiene ganas de follar, para eso están las putas. Páguelas usted y se quedará contento, pero no intente violar a una mujer por él puesto que usted ocupa que, algún día, las cañas, se le tornarán lanzas.
A la mujer, como diría, Navalón, como yo pienso y muchas gentes más, hay que seducirla, mimarla, consentirla, cuidarla y, con arte y ternura, enamorarla. Luego, tras el amor, puede venir lo que tenga que venir, pero será algo compartido, deseado por los dos. ¿Cómo pueden haber tipos tan asquerosos para pretender a una mujer por la fuerza? Algunas, pobrecitas, han tenido que sucumbir pero, las más, como mi amiga, han dado una enorme lección al mundo.
Que Dios te bendiga y te premie tu sinceridad, tu carisma, tu honradez y tus dotes magníficas como mujer y como periodista. Sabes que te quiero.