Faltan muy pocos espectáculos para que se acabe la feria de Madrid y, recordar una feria peor, es harto difícil. Parece que, año tras año, competimos por lograr mayor cantidad de basura acumulada en las Ventas y, en esta ocasión, se han batido records. Los dos elementos básicos de la fiesta, dígase, toro y torero, han fallado con estrépito y, por consiguiente, el resultado es el más pobre de los últimos cincuenta años. Luego, tras todo lo visto en Madrid durante la feria, tras la misma, los aficionados, una vez consumado el abono, quieren huir despavoridos para refrescar sus mentes, dejando, como casi siempre, la plaza en abandono durante el verano. Y llevan razón. Si el castigo ha sido mayúsculo durante treinta días, seguir yendo a galeras durante le verano, sería un acto de masoquismo.
En este día con toros de Domingo Hernández – o del que sea, todos son iguales- nada cambió. La sosería de los animales, la falta de fuerzas y la casta como ausencia, dieron, una vez más, un espectáculo aburridísimo del que, sólo El Fandi, con las banderillas, pudo salir a flote. Y menos mal que, el muchacho de Granada, gente importante con los palos, sacó del averno a los aficionados que, les gustará más o menos su labor, pero el hombre hizo cuanto sabe y, le puso corazón a su labor. Si con la muleta era todo un castigo constante, incluyendo al propio Fandi, su ciencia, su valor y su acierto con los palitroques, salvaron de la modorra a una afición que, desdichadamente, ya no le quedan fuerzas ni para enfadarse.
Soportar a Manuel Caballero y Rivera Ordóñez, juntos, en un mismo cartel, es un calvario; las pruebas así lo delataron. El primero ya estará en Albacete contando su mala suerte con los toros; el segundo, con toda seguridad, será presa de las revistas del corazón para que cuente las estupideces de todos los días y, todo arreglado. Lo que yo no entiendo es porque este hombre se viste de torero para hacer el ridículo todos los días cuando, como se sabe, tiene un filón con las verduleras del país. Está claro que, un día, sin saber nadie los motivos, te etiquetan de figura y, de ese modo, puedes ir por la vida con licencia para todo. ¿Dónde venden dichas etiquetas?
Está claro que, ante las atrocidades de la empresa, la autoridad, como si fueran cómplices de la misma, dejaron pasar una corrida indecorosa para la plaza de Madrid. Es, sin lugar a dudas, la peor feria que se recuerda en los últimos veinte años por no irnos más lejos. Nos queda el plato torista. Si la presunta autenticidad de estas ganaderías y sus valerosos matadores no arreglan este asunto, la feria de Madrid será recordada por los innumerables fracasos, tanto de ganaderos como de los propios toreros.
Como queda dicho, El Fandi, sin ser un dechado de sentimientos, puso las banderillas más emotivas del ciclo y, a su vez, en su primer enemigo, con la muleta, estuvo vibrante a falta de otras virtudes. Mató feísimo y se les escapó un triunfo importante. Ya, en su segundo, cantó la gallina. Algo es algo, al hacer referencia a su labor anterior. Salvo la labor con los palitroques de este muchacho, lo demás, olvidémoslo pronto y, de eso modo, se nos pasará el enojo.
