Nos llegan unas fotografías que ponen de manifiesto lo que pasa por esas plazas de la “piel de toro” o de cualquier plaza del mundo. No todo es Pamplona en julio, Madrid en mayo o Bilbao en agosto. Tampoco es que eso suceda en todas, pero es demasiado frecuente y dicen bastante del cómo se las gastan los profesionales del toro.
Las imágenes nos han llegado con los subtítulos puestos
Falta dignidad y sobran estos excesos que no benefician nada a la Fiesta. De nada sirve que todos se rasguen las vestiduras por lo que se anuncia en Las Vegas y esto que sucede en nuestras plazas quede escondido.
Sabemos que esto existe, sabemos que es más frecuente de lo que muchos piensan y sabemos también que la manga de las autoridades es muy ancha y aceptan que aquí no pasa nada. Dicen los que viven de ello que las protestas son cosas de cuatro derrotistas, cuando no son llamados terroristas, aficionados que están siempre armando bronca.
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Duele ser aficionado para ver esto y quedarse quieto sin escribir una línea. Duele, o no les duele a algunos, estar informando en un medio y tener tragaderas para ocultarlo. Duele, en resumen, que suceda y se de la callada por respuesta.
Estas cosas no dignifican la Fiesta, sino que la hunden en la más vil de las miserias. Y da igual quien sea el hombre que se vista de luces o lo protagonice. Lo terrorífico es que lo acepten, que lo asuman como parte de su tinglado comercial.
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Qué mas da un toro que otro, que más dan unos pitones que otros, qué más da un público que otro, qué más da que se enteren si nada ha de pasar. Lo que importan son las orejas de ese día y poder presumir de tener esa inmensa torería para ponerse delante de esos animalitos.
Pero duele mucho más cuando hay por ahí gentes del toro rasgándose las vestiduras por lo que se anuncia en Las Vegas, cuando en casa propia el sucedáneo es mucho más denigrante.
Aquí se anuncian toros aptos para la lidia y se miente y se ofrece lo contrario. Allí se dice corridas de toros sin sangre y, al parecer, va a ser verdad lo del anuncio.
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Con qué nos hemos de quedar. Con ninguna de las dos cosas, es obvio, dice todo aficionado cabal. Pero no es presentable llenarse la boca de rechazo para con uno de los casos y mirar para otro lado en el que nos ocupa. No se puede ser más cínico ni más dañino.
A qué grado han llegado los profesionales que pervierten el sentido del enfrentamiento haciendo alardes de esta manera. Las imágenes hablan por si solas y uno como aficionado se siente muy mal. No es esta la Fiesta que abrazamos de chicos y mucho menos la que es nuestra obligación exigir.
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En OyT nacimos para luchar por la dignificación de una Fiesta secular y que atesora una enorme grandiosidad. Un hombre es capaz de crear arte ante un toro íntegro y en plenitud, pero al relance de unos cuantos espectadores que aplauden estas gracias se refugian los que dicen llamarse profesionales.
Cada día estamos más convencidos de que no lo vamos a lograr. Pero también cada día estamos más convencidos de que callando es la peor manera de poderlo conseguir. Seguiremos insistiendo.
Qué pena que haya gente que pueda aplaudir esto. Han conseguido entre todos que haya gente que lo aplauda, pero también que para ver esto otra mucha gente haya dejado de acudir a las plazas de toros. Ni uno solo de los toreros debería profanar un vestido de luces para hacer ese papelón.