Era el día de San Juan en que, en Madrid, acudía a la cita un muchacho mexicano que, por vez primera toreaba en la Madre Patria y, a su vez, confirmaba la alternativa en España. Se llama Rafael Ortega y, ese nombre y apellido, necesariamente, nos hace recordar al gran torero de la Isla de San Fernando, en los cielos esté.
Este Rafael Ortega de México, como otros tantos de sus compatriotas, venía a España con su hatillo repleto de ilusiones. Lleva diez años de alternativa y, según cuentan, con un buen aire de torero. España, tanto para él como para sus compatriotas, es el lugar casi sagrado donde les place actuar y, triunfar, claro. Mucho me temo que, Antonio Barrera, el valeroso torero español, disfruta de mejor suerte en México, no en vano, Barrera, está siendo escuchado por los empresarios de aquel país y, a su vez, él, con su arte y torería, va abriendo puertas a su paso. En España, como se demuestra, es todo mucho más difícil. Acá, el ser extranjero, es un handicap horrible. Decimos que no somos racistas ni xenófobos, pero es la gran mentira.
Dicen que, el toro, no suele preguntar el lugar de nacimiento y, es muy cierto. Pero no es menos cierto que, venir a confirmar la alternativa en Madrid con una corrida ilidiable, de matadero puro, ello es misión imposible, para Rafael Ortega y para el niño de los peines, de haber toreado en dicha corrida. Y este es el trato que les damos a los mexicanos. Por ejemplo, respecto a Armillita, está toreando en algunas plazas, precisamente, de las que es empresario su apoderado, José Félix González, de lo contrario, no veía un pitón. En torno a El Zotoluco, el hombre que triunfara el pasado año en Madrid y en otras plazas importantísimas, realizando lo que fuera una digna campaña de treinta corridas de toros, en este año, está pasando la mano por la pared. Triunfó por lo grande y, apenas le ha servido, salvo en Pamplona que, nuevamente lo repiten con una corrida terrorífica, y muy poco más.
Así, con semejante panorama ha llegado Rafael Ortega a España. No pretendo desanimarle, así como tampoco marchitarle sus ilusiones; digamos que, me fascina lo contrario, que haya justicia e equidad entre todos los toreros del mundo. Pero, me temo la carita de desilusión de Rafael Ortega tras su confirmación en Madrid y, eso, seguramente, lo dirá todo. Ortega, torero respetado y admirado en México, como otros de sus compatriotas que le precedieron, venía a España para demostrar que, allende, también se forjan toreros válidos; Ejemplos los conocemos todos. Sabemos que son ciertos, pero demostrarlo en España, ello tiene caracteres de milagro. El caso de César Rincón, el que jamás se volverá a repetir con un torero extranjero, si lo analizamos despacito, tuvo caracteres de milagro pues, de no haberle embestido aquel toro de su primera corrida de la feria de San Isidro, ahora, nadie conocería a Rincón; quince días antes, había confirmado la alternativa en Madrid sin suerte ni éxito. ¿ Estaba escrito que triunfaría Rincón en España? Seguramente que sí. Embistió un toro, le entendió, triunfó, repitió, volvió a repetir y, a partir de ahí, la gloria. Y, siendo así, le cerraron muchas puertas. ¿ Razón? ¡¡ Era extranjero¡¡
Enhorabuena para Rafael Ortega que, sin contratos y con ilusión, ha sido capaz de venir a España para lograr el éxito. Esta decisión, por sí misma, merece todos los elogios.