Con urgencia, queremos que sepan nuestros lectores que la verdad y la torería hicieron su aparición en la Feria de San Isidro. Las Ventas vivieron las emociones que se corresponden con dos elementos imprescindibles en nuestra querida Fiesta. Vaya por delante, nuestro reconocimiento para todos cuantos actuaron en la segunda de feria, que hacemos extensivo también -no nos duelen prendas- a la empresa, como parte necesaria en la elección de toros y toreros. A decir verdad, a la empresa habría que felicitarles fundamentalmente por la taquilla y el beneficio obtenido con el lleno, porque a los actuantes no creo que les hayan puesto el cortijo que por su actitud ante los toros merecían. De cualquier forma, nuestro reconocimiento.
Segunda tarde y verdad en los toros lidiados de Juan Luis Fraile. Una devolución involuntaria por haberse partido un pitón el cuarto contra el estribo del picador. Corrida de genio, con complicaciones, de pezuña dura, con mucho que torear y que arriesgar. A la misma se añadió un sobrero cinqueño de Julio de la Puerta. Con estas reses, los toreros estuvieron en todo momento en el filo de la navaja; así parecían los limpios pitones que exhibían los cornúpetas.
Pero la sorpresa agradable estuvo en el comportamiento de los toreros, de oro y de plata. Nada más comenzar el festejo, a la par que hacía presencia la verdad y autenticidad del toro, en su espléndida fortaleza y poderío, se hizo presente también la torería. Máxima expresión esta, que viene a refundir el concepto de ser torero en el compromiso de darse y ser fiel a una vocación, cuya orientación está dirigida a sentirse y hacer sentir lo que uno es capaz de improvisar en la cara del toro. De tal manera, que el público para el que se actúa, tenga que percibir de forma clara y diáfana para que está uno allí y porqué. Ayuno todo de superficialidad o de cualquier atisbo de proceder mecánico o artificial. Es ampliable la definición de torería, pero no renegando de cuanto queda dicho: el torero torea para sí, con proyección hacia el espectador; siempre y cuando ese proceder emane del sentimiento y del buen gusto y no tenga nada que ver con una relación material. Hay toreros que torean muy poco y rebosan torería, mientras los hay ricos podridos de tanto torear y no saben lo que es la torería..., ni la verdad.
A espuertas de esa torería se dio. Desde veroniquear de frente por parte de Pepín Jiménez; poner al toro en suerte andando, y haciéndole andar al toro, tras el remate de un quite de Encabo; conjugar la razón del querer con un valor rayano en la temeridad de El Renco; querer legitimar un triunfo, con la verdad más auténtica, banderilleando de El Formidable. Todo rayando a gran nivel. No les contamos cuantas orejas cortaron, ni tan siquiera si dieron vueltas al ruedo, que no las hubo. Damos fe de que hubo toros y toreros. Toros que no permitieron el lucimiento; ese lucimiento patentado, que consiste en derechazos por doquier, sin alma ni emoción ante el borrego tullido. Toros, sin embargo que permitieron ver la medida y dimensión de los toreros que tuvieron enfrente.
No somos partidarios, naturalmente, de regocijarnos con las cogidas y cornadas, pero forman parte consustancial de la verdad de la fiesta. El riesgo que asumen torera y voluntariamente, con torería, los que se visten de luces. Al menos, los de ayer. Vivimos la emoción del toro íntegro; que la da un comportamiento dispar durante la lidia. Como consecuencia de ello, pudimos presenciar, como queda dicho, mucha torería y mucho valor, sostenes de la verdad de la fiesta. Hubo derribos de picadores; dos matadores, Pepín y El Renco sufrieron volteretas de las que volvieron al toro, doloridos pero con gallardía y, desgraciadamente El Formidable sufrió en un par de banderillas emocionantísimo una cogida impresionante, con tres cornadas de pronóstico muy grave. Ante tanto valor y tanta torería, no queda más que descubrirnos: enhorabuena TOREROS.
Dos tardes, dos ejemplos de la verdad y la grandeza de esta Fiesta. Esperamos también que pronto, desde la autenticidad, lleguen los triunfos grandes de los toreros.