4ªS.I.- Ese factor llamado suerte nos acompaña en cada acto de nuestra vida. No es, como dicen algunos, algo solo superable con el tesón y el esfuerzo. Es evidente, no siempre es así y cada día tenemos pruebas de ello. En la propia feria tenemos y tendremos ocasión de comprobarlo, ayer, hoy y mañana seguro que también.
Vean como el toro de la suerte, que ayer estaba para Abellán, terminó en las manos de El Capea. Eso es suerte adversa, en un caso, por estar en la enfermería y suerte favorable porque al otro le ha permitido cortar una oreja en Madrid. Suerte solamente, pues luego nadie ha ponderado lo hecho para conseguir el trofeo conseguido, a pesar del tesón del salmantino. Y es que en el toreo hacen falta otras capacidades.
Hoy también ha jugado la suerte. En este caso a favor de los toreros de Madrid y Badajoz, dejando sin ella al de Linares. Y no es que lo salido por chiqueros hayan sido toros de triunfo, pero los del lote de Curro estaba cantado que no lo eran, dos mulos sin más. Con esa suerte no es posible que surja el toreo por bello que se sepa hacer o por mucho tesón que se ponga sobre la arena.
Sería solo un natural, pero fue este el que dió Curro Díaz
El de Linares lo ha puesto, pero ha sido inútil. Un natural, un atisbo de lance, una trincherilla, todos premios menores incluso que los del reintegro. Eso sí, si hubiera manejado la espada como es debido, ahí la suerte ha dependido poco, estamos seguros que los silencios podrían haberse convertido en un reintegro de aplausos en lugar de los respetuosos silencios. No será otro día en la feria, pues a pesar de sus méritos en esta plaza, -debe pedir casi tanto dinero como José Tomás- no se le contrata más tardes. Otro de los muchos “aciertos” de la empresa.
Algo de suerte ha tenido el madrileño Iván Vicente, si bien no ha sabido aprovecharla. Se le han jaleado algunos muletazos sueltos, pero no ha encontrado las distancias ni la velocidad del toro. Todos coincidimos, seguramente él no, en que se le fue una oportunidad en su noblón aunque soso primero. Con la espada ha estado rematadamente mal, como sus compañeros, pero tras su obstinación en encontrar las distancias que no encontró, se le pasó el tiempo y le sonaron dos avisos. Me decía ayer la compañera Julie Belin “que David Mora no escucha lo que le dice el toro”; Iván Vicente tampoco. En su segundo, menos potable, lo intentó pero con resultados imposibles. Con la espada repitió el mal manejo.
Ambel Posada tuvo buenos momentos pero no se entendió con su primero
Ambel Posada se desdobló en la tarde. Ceremonioso en su primero, que le permitía sentirse torero, y atacado y acelerado en el último. Curiosa transformación. Su primer oponente se dejaba hacer y se entretuvo en conseguir fotografía tras fotografía de estética y composición, sin arrebatarse y sacarle la faena que demandaba y en el último desde una larga en el tercio de esas finalmente “cuerpo a tierra”, todo se iba acelerando por momentos y terminó atropellado y torpón. Con la espada consiguió el peor espadazo de la tarde y eso que se lo habían puesto difícil los compañeros de terna. Si hubiera habido un solo Posada, mezcladas ambas características expuestas, el resultado habría sido de triunfo casi seguro. No hay otro día para redimir los dos excesos.
Para esto no hace falta suerte, usando otra puerta no pasaría, pero con tesón...
La suerte está y hay que saber aprovecharla. Casi todos los aficionados salían diciendo que si esos dos toros le hubieran tocado a Curro Díaz hubiera sido difícil salir con facilidad los aficionados por delante de la puerta grande. Yo no lo se, pero es muy posible que pudiendo repetir los atisbos de toreo que no pudo, la suerte nos habría cambiado a todos, pues anda que no hemos puesto tesón las dos horas que hemos estado allí sentados. Necesitamos suerte con la empresa, con los toros, con los toreros, e incluso con el tiempo, ya que lo que es justicia taurina para que vengan las ganaderías debidas y los toreros que se lo merecen, ya nos hemos olvidado de ella.