Me conoces, me sabes de sobra enamorado y, quizás, por ello, has pensado en mí. Fíjate que, a todos nos sobra capacidad para la crítica destructiva, para el odio, el rencor y la maldad. Seguro que, por todo ello, me pides que haga un cántico al amor. Héteme tuyo.
En la vida, como dijera Oscar Wilde, se puede resistir a todo menos al amor. Qué gran verdad la de este hombre. A veces, uno, exento de cordura le gustaría que el corazón aplastara la propia razón y, de este modo, abrir las puertas de la locura. Sería lindo, ¿ verdad ¿ Loco, loco por amor. Bendita locura. Hay de aquel corazón que no tenga una alegría que cantar, seguro que no es una buena persona. Quién no esté alegre no puede vivir enamorado, es una ley del destino. Nadie, estando enamorado podría hacer la maldad.
Amaros los unos a los otros, lo dijo el padre. Amémonos, será la mejor de las fortunas que podamos jactar en esta tierra. Cuando las gentes se siguen matando, odiando y destruyendo, uno se aferra al amor. ¿ Qué otra cosa se podría hacer, sino ¿ Amar es, recordemos, sentir que alguien te espera y que tú vives por la otra persona querida. Pobre, muy pobre será el que a nadie le esperen. Si estás vacío, si tu soledad te aplasta, es que no estás enamorado. Al terminar la jornada es hermoso, lindo, bello, pensar que alguien te esperando cerquita para darte un beso, para decirte en un susurro, la palabra más bonita del mundo: TE QUIERO.
Yo he visto a seres destrozados, a personas muy jóvenes y, al hablarles de amor han deslizado unas lágrimas por sus mejillas. Yo nunca supe qué es el amor, me dijo un día una linda chiquita. Y tendría 18 juveniles y esperanzadores años. Cuánta tristeza alberga el mundo en el conjunto de sus seres humanos. Uno, casi en el otoño dorado de su vida, sigue enamorado y, quienes deberían de poseer semejante tesoro, están huérfanos de él. Wilde, otra vez él, dijo que EL MISTERIO DEL AMOR ES TAN INDESCIFRABLE COMO EL MISTERIO DE LA MUERTE. Nada más cierto. Pero invito a que todos nos aferremos a semejante misterio. Que nadie sepa el por qué, pero que todos vivamos enamorados. A través del amor se pueden lograr las metas más soñadas. Me sobran argumentos para demostrarlo con hechos palpables, con personas a las que conocemos todos y que podrían ser representativas de todo cuanto digo. No faltará quien interprete como una simple cursilería lo que voy a platicar, pero es tan cierto como que Dios está junto a nosotros. Todos conocemos a Curro Romero, el carismático genio de la torería. Que nadie se preocupe. No voy a hablar de toros. He escogido a este personaje para explicar las razones de su amor. Hace unos años, quizás bastantes, todo el mundo pensaba que Curro Romero había llegado al ocaso de su carrera. Sus fracasos eran sonados. Pero lo que nadie sabía que él, desde su casa, ya salía fracasado. No tenía amor. Su amadita querida le abandonó y, su corazón, roto, al llegar a la plaza, ya salía destrozado. El resultado era el fracaso, la bronca, el escarnio y la mofa del personal. Pero, hay amigo, que Curro se volvió a enamorar hacer unos años y, con 64 almanaques sobre sus espaldas, sigue siendo el más genial creador en el mundo del toro. Esta misma semana, en la feria de Sevilla, regó el albero maestrante con su magia, su amor, su genialidad y su concepción mágica del toreo. Curro, vive enamorado. No importa que su amadita querida tenga 25 años menos que él. Triunfó el amor y, su éxito, se refleja, además de en su corazón, en el mismo ruedo.
Yo he escuchado de los labios de una mujer cosas realmente asombrosas. Un día me dijo una chamaquita que tenía todo lo que se podía comprar con dinero. Una casa grande, dos sirvientas, un bonito jardin, y todas las demás cosas que, a golpe de billetes tan sencillas son de conseguir y, sin embargo, me platicaba que no tenía amor. Era pobre. Era su confesión. Me estremecí, lo confieso. En esta vida en que a casi todo el mundo le subyuga la malditas cosas materiales, un día te encuentras en tu camino un ser humano maravilloso y, en un ataque de sinceridad te cuenta lo que te he relatado. Increible, pero cierto.
Yo estaría dispuesto a darlo todo, a que me quitaran todita mi sangre si para un gran fin si ello fuera preciso. Pero que no me arrebate nadie a mi amor. Sería mi muerte. Alguien me espera. Qué lindo. Qué bello.
Terminaré arengando a la sociedad para decir que, los grandes placeres del mundo no se compran con la platita. Quién así pensare, vive equivocado. El amor es gratuito. Es, ante todo, una condición de tu alma. Invito, una vez más, sin arengas como antes decía, a que la gente practique el amor. Nada existe más bello, más hermoso y más gratificante. Y cuando digo que se practique el amor me aferro a todos sus vertientes. Pero para que nuestro amor sea excepcionalmente bello, primero debemos de practicarlo en nuestro corazón y, más tarde, en nuestro cuerpo. Será, ya lo pueden comprobar, un bello complemento.
