La grandeza de la Fiesta Brava… justamente radica en la casta y la bravura del toro, sin estos elementos, efectivamente, también se pueden lograr faenas bonitas, en donde el toro acuda alrededor del cuerpo del torero en infinidad de pases, pero en la realidad no deja nada para el recuerdo inmediato ni mucho menos para el futuro a largo plazo, por la falta de contenido, ya que simplemente el torero se dedica a dar tal cantidad de pases, como si estuviera con una carretilla.Peor aún resulta ya no sólo el grave descastamiento y desbravura a lo que han llegado ciertas ganaderías, sino el haber llevado, por ejemplo, en la vacada de Bernaldo de Quirós al imponente toro bravo y encastado, a una vil y degradante caricatura, que representa algo tan grotesco que se le pudiera denominar... toro amaestrado, que simplemente sirve para que el diestro pase despreocupadamente lista, a través de un mero divertimento, del que no deja nada… absolutamente nada.
Esto justamente venía de forma insistente a nuestra memoria, cuando veíamos cómo toreros de la talla de El Zotoluco y El Juli, así como uno que comienza a consolidar su paso en la Fiesta, Jerónimo; conseguían tal cantidad de pases como si fuera la sucesión de inmensas olas que aturden pero no dicen mucho, y que eran sumados a través de un toro que acudía sin chistar, de forma más que borreguna a sus capotes y muletas, con mayor sumisión que la de un delicado, simpático y gracioso perrito chihuahueño.
El Juli con uno de los toros amaestrados
Era increíble observar, que, tan pronto fueron saliendo cada uno de los seis ejemplares de Bernaldo de Quirós, intentaron huir sin conseguirlo, mostrando de inmediato su inacabable mansedumbre.
El tercio de varas fue tan, pero tan vergonzoso, ya que apenas y percibieron un pequeño rasguño, en lugar de pelear, salieron huyendo para buscar la puerta de donde no debieron haber salido.
Claro que ahí estaban toreros experimentados, que les hemos visto lucir en faenas ejemplares, ante el auténtico toro, y era obvio que supieran sacar provecho a este océano de sumisión; y sí, hubo muchos pases que enloquecieron al público feriante.
A un público feriante que en la realidad no ponía atención al hecho taurino sino al momento anecdótico, pero seguros estamos, de que a los propios toreros no les habrá dejado satisfechos, por la falta de un mínimo argumento que les hiciera sentir... toreros de verdad.
El torero domina la poderosa encastada bravura del toro, a través de su valor natural, sentido del toreo y sólida técnica, y se recrea por medio de su inspiración, lo que le constituye ante la mirada atónita de quien degusta de su creación, como un auténtico héroe; no obstante, hacer miles de pases a un toro amaestrado, más sumiso que un lindo perrito casero… ¿qué emociones puede dar?, o ¿qué imborrables episodios nos puede dejar de forma perenne en el archivo de sastre de la memoria?
Ya decían por ahí, al final del festejo algunos de los feriantes, que los señores del Circo Atayde, estaban buscando presurosos al ganadero Bernaldo de Quirós, para adquirir algunos de sus toros amaestrados e incluirlos en sus números que presentan en sus tres pistas, porque según dijeron, si se han domesticado leones, tigres y hasta cocodrilos, se ahorrarían todo ese tiempo con el toro, gracias al secreto genético de Bernaldo de Quirós, ya que los hace nacer... amaestrados.
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* Gráfica de suertematador